Un bolo como la catedral de Burgos resume mi apertura de la Media Veda 2020, al menos, en la jornada de mañana.
Lo mismo se nos ha olvidado pasar invitación al «colectivo codornicero» para que hiciesen acto de presencia este 15 de Agosto…
¡Qué fallo el nuestro!
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Se nos olvidó invitar a la codorniz a la apertura…
Tengo la sensación de que las codornices se han quedado más abajo, de que el año ha sido lo suficientemente extraño como para adulterar algunos hábitos y costumbres, pero voy a dejar reposar mis valoraciones hasta que finalice la campaña y disfrute de una perspectiva completa y real de lo que ha acontecido.
Entre tanto, solo puedo decir que la apertura de esta Media Veda 2020 ha sido un auténtico fiasco, al menos, en lo concerniente a la densidad de pájaros que hemos encontrado.
Sin embargo hay otros intangibles que han cumplido con creces y es que solo disfrutar de la oportunidad de ver amanecer en el campo o degustar sus mieles en la fiel compañía de mis perros, bien merecen la pena.
Claro que me hubiese gustado encontrarme algún que otro lance de los que ponen cuerpo, mente e instinto en tensión, pero…
Me conformé viendo el vuelo de una preciosa abubilla, el paso acelerado de un gran jabalí cruzando el rastrojo, algún bandido de perdices o el levante de varios corzos, entre otros…
También vi codornices en esta apertura de la Media Veda 2020
Como decía, me volví con un cero en el marcador, pero alguna codorniz logré ver…
El campo estaba precioso, cosechado como nunca, con largas filas de lombíos en todos sus páramos y vegas, regado de una gran cantidad de agua, fruto de una primavera más que proclive y aunque la rumorología ya adelantaba malas expectativas, nada hacía prever un resultado tan nefasto.
Dos horas después de echar a andar en esta apertura de la Media 2020 me encontré la primera coturna, junto a la ribera de una regatada, en el límite de un centeno.
La pasó por encima Crono como quien no ve un billete de 50 tirado en el suelo, por lo que me limité a visualizar dónde se posaba.
Al ir a buscarla salió precipitadamente, por lo que tampoco me pidió el cuerpo tirarla.
El premio sólo debe llegar a través del acierto y el buen hacer…
Media hora después se nos escapó otra, no estaba Crono muy por la labor de «encontrar dinero ese día», pero esta voló decidida a no volver a ser molestada y la perdí de vista mientras cruzaba el borde de un pinar a más de 300 metros.
Hasta ahí puedo contar, pues eso es lo que deparó una mañana más anodina y fresca de lo previsto.
Por la tarde los primeros lances
Si en la mañana aposté por uno de los páramos, a la tarde me decidí a probar suerte con Figo y Crono en la vega de Bascarrión.
No es que la cosa fuese para tirar cohetes, pero en hora y media volé tres codornices y quieras que no, algo es algo.
Lo justo para disfrutar de un Figo esplendoroso y de una bonita muestra de Crono.
Aún no me da para un arroz, pero soy optimista y como tenemos tiempo por delante, lo mismo a la fiesta gastronómica terminan apuntándose muchos.
¡Un abrazo y al monte!
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Amante de la caza y la naturaleza, enamorado del setter inglés y sordero empedernido. Entre encinas, robles y hayas disfruto de cada instante que me ofrece el monte, alejándome cada vez más del lamentable postureo cinegético.