Si hay una temática que genera líneas y líneas de opinión en foros y comunidades cinegéticas son las armas y municiones, así como las distintas opciones alrededor de cada una de ellas en función de la modalidad o especie que cacemos.
Solo para la becada, los gustos y preferencias de cada uno pueden ser diametralmente opuestos a los de otro y sin embargo, igual de eficaces, lo que me lleva a la siguiente reflexión…
¿Qué es más importante, el indio o la flecha?
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Entre indios, flechas y arcos…
A la hora de hablar de armas y municiones, hay una pragmática certeza que garantiza que, aquello que utilizamos y nos funciona bien, es sin duda la mejor opción.
Por eso mismo hay sorderos que utilizan cartuchos del 10, otros del 9, 32 gramos, 36, 40, contenedor o fieltro y si les preguntas, para ellos es la mejor elección y no la cambiarán, por que les va bien y abaten caza.
Y lo mismo les ocurre a los perdiceros, a los que van al puesto fijo tras palomas o zorzales, a los cazadores de codorniz…
Sin perder de vista los distintos calibres que tenemos a nuestra disposición: el 12, el 16, el 20, ya dejé mi opinión en un post anterior, el 28…
Está claro que hay características de nuestra escopeta que nos pueden dar un plus en función del tipo de terreno en el que cazamos y por ello, hablamos en otro artículo de la mejor escopeta para la caza de la becada.
Pero al final, como digo, quien tiene una buena simbiosis con su hierro, quien abate caza con cierta regularidad y quien cuenta sus disparos por aciertos, aunque de vez en cuando se le escape algún error, no cambia sus costumbres bajo ningún concepto.
¿Podemos decir entonces que el indio es más importante que la flecha?
Los hay que siguen fallando utilicen lo que utilicen
Hay quien no le pega a un elefante sentado en una banqueta y dentro de estos, encontramos los consecuentes con sus limitaciones, que achacan los fallos a su falta de puntería y los que se excusan en una mala elección de armas y municiones.
Normalmente, estos últimos son en realidad expertos en todo tipo de cartuchería, chokes, modelos de escopeta, cañones, porque han probado de todo.
Cambian una y otra vez, cada año elecciones diferentes, pero la realidad es que sus resultados varían poco o nada y las becadas o perdices acaban en el mismo lugar que la temporada anterior: criando.
Y los hay que abaten caza hasta con una vara de avellano
Y luego están esos otros privilegiados a los que les importa poco o nada lo que les pongas entre las manos.
Lo cogen, lo miran, les llega la oportunidad, apuntan y abaten caza hasta con los ojos cerrados.
Da igual si la escopeta es larga o corta, pesada o ligera, plana o superpuesta…
Tampoco le prestan mayor atención al cartucho, con que no se encasquille, les vale.
Incluso les resulta sencillo cambiar de calibres y mantener su alto porcentaje de acierto en cada lance.
Cuestión de talento, sin duda, pero también de práctica.
No es cuestión de armas y municiones, sino de talento y práctica
El talento es clave para destacar en todos los aspectos de la vida y hablando de caza, armas y municiones, no iba a ser diferente.
Hay cazadores que tienen un don, una cualidad innata para el disparo, aunque lleven mucho tiempo sin encarar un rifle o una escopeta.
Simplemente les sale natural, apuntan y cae aquello que habían centrado en su objetivo.
Pero también es una cuestión de práctica.
La práctica favorece la puntería e incluso evita, o hace menos palpables, los clásicos nervios que pueden aflorar en el momento del lance, por la simple razón de que a base de repeticiones, han logrado mecanizar la acción y terminar por asumirla con total naturalidad.
Ni el arco, ni las flechas, lo que cuenta es el indio
Por todo esto, tengo claro que el indio y no las flechas o el arco, es lo verdaderamente importante, más allá de que estos últimos nos concedan alguna ventaja específica.
El que afina y abate caza, lo hará más allá de la elección de armas y municiones que tenga a su alcance.
Y el que falla más que una escopeta de feria, lo seguirá haciendo, salvo que invierta tiempo y practique.
O empiece a utilizar esos «cañones sombrilla», como yo los llamo, para camuflar su falta de pericia.
¡Un abrazo y al monte!
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Amante de la caza y la naturaleza, enamorado del setter inglés y sordero empedernido. Entre encinas, robles y hayas disfruto de cada instante que me ofrece el monte, alejándome cada vez más del lamentable postureo cinegético.