Son las 7:00 AM cuando empieza a repiquetear la maldita campanilla del despertador, solo que esta vez me desperezo enseguida, no me cuesta levantarme. Hoy, esa condenada alarma, da paso a un privilegio que añoro saborear, beneficios de ser cazador, pienso…
De un salto me incorporo, movilizo a la familia y en un suspiro hemos desayunado, pasado por el aseo, enganchado el remolque y acomodado a la otra familia, que no dispone de calendarios, ni engendros sonoros, pero sin requerirlos, son plenamente conscientes que hoy es el día, de que ha llegado la hora, de que…
¡Nos vamos al monte!
Índice de contenidos
Beneficios de ser cazador, pienso…
No hace mucho que las primeras luces del día superaron ese soñoliento sueño al que se ven sometidas cada noche, pero ya dejan entrever el fuerte calor que escoltará su dominio en las siguientes horas.
Quizá por eso madrugamos, para evitar que nuestros pasos se vean entorpecidos por las altas temperaturas de un verano en ciernes.
O quizá, quién sabe, en parte lo hagamos por salvar el ruidoso trasiego de «bastones urbanitas» que va ganando presencia a medida que se acerca el mediodía.
En cualquier caso, hemos llegado.
Botas atadas y mi incondicional vara de avellano como soporte, no me hace falta nada más. Tampoco a mis hijas, ni a mi mujer, mucho menos a los perros, que solo desean presumir libertad, sin ataduras, sin correas dictadoras, entre esos recovecos vegetales que tan bien conocen.
Igual que nosotros…
El privilegio del monte al amanecer
Alternando senderos con la boscosidad de encinas, hayas y chopos iniciamos el campeo, absortos en los paisajes que esas primeras luces del sol se empeñan en despertar y nosotros en admirar.
Contemplando la crecida capa vegetal, fruto de una primavera más que proclive e intentando identificar las huellas frescas que delatan el tránsito reciente de raposos, corzos o jabalíes por las angostas sendas del monte.
¡Cantabria me pone!
Sin interrupciones, ni ruidos humanos, pues parece que todos somos forofos del campo, pero pocos quienes condenamos nuestro sueño para disfrutarlo en su verdadera esencia.
Como viajeros solitarios tratando de camuflarse con el entorno, con su entorno, con nuestro entorno.
Beneficios de ser cazador, pienso…
Pico Candiano y el privilegio de su paisaje
Un par de horas después vencimos la cumbre de esa loma que hasta entonces había vigilado cada uno de nuestros pasos: El Pico Candiano.
Escenario de enorme belleza, velador imperturbable de mar y montaña y destino de todo aquel que, como nosotros, busca aislarse en la majestuosidad de un enclave que solo es capaz de ofrecer sosiego a quien verdaderamente logra entenderlo.
Pocos momentos hay más sublimes que disfrutar de la enormidad de su paisaje compartiendo el silencio cómplice de quien sabe degustarlo.
Con las pequeñas sintiéndose reinas del mundo por su logro, que si ponemos en valor su corta edad, en relación a la exigencia de la pendiente, bien merecida se tenían la corona.
Otro de los beneficios de ser cazador, no dejo de pensar…
Satisfechos por las bondades del paseo
A menudo me cuesta encontrar las palabras para definir esos grandes momentos que me reporta el monte.
Creo que los términos más acertados tendrían mucho de libertad, desconexión, misticismo e incluso cierto cariz romántico.
Pero si reconozco mi incapacidad para compartirlos, pues como buen ermitaño, esos instantes los ansío en la más estricta soledad o bien acompañado de la complicidad de los míos.
Quizá por eso madrugamos, sigo pensando…
Así evito cruzarme con propios y extraños que buscan reconectar con la madre naturaleza acompañados de su iPod en modo «discoteque».
Aunque siempre me genera una pícara sonrisa observar a estos otros que deambulan exhaustos por pistas y caminos con la equipación suficiente para subsistir una semana en la Reserva Denali.
Lo breve, si bueno, dos veces bueno…
En fin, lo breve, si bueno, dos veces bueno…
Ya volveremos a tener nuestro momento, pues el monte siempre espera, siempre tiende la mano y concede una nueva oportunidad a todo aquel que realmente la persigue y sabe aprovecharla.
Y seguro que nuevamente, lo haré rodeado de mi pequeña gran familia, con la que comparto afinidad y devoción por saborear estos humildes instantes.
Beneficios de ser cazador, como decía…
¡Un abrazo y al monte!
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Amante de la caza y la naturaleza, enamorado del setter inglés y sordero empedernido. Entre encinas, robles y hayas disfruto de cada instante que me ofrece el monte, alejándome cada vez más del lamentable postureo cinegético.