Pasan los días, transcurren las jornadas y sigo tremendamente satisfecho con el devenir de esta Media Veda 2019, especialmente, viendo a los cachorros cazando codornices, evolucionando lance tras lance y aprendiendo sobre el terreno el oficio para el que han nacido.
Quizás haya quien piense que estoy perdiendo la oportunidad de hacer grandes perchas en una temporada prolífica, pero la ocasión era irresistible para poner a punto a mis jóvenes promesas y estoy seguro de haber tomado la mejor decisión.
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Un lujo ver a los cachorros cazando codornices
Es posible que haya radicalizado el objetivo, pues inicialmente tenía previsto repartir turnos entre jóvenes y veteranos, pero no esperaba una densidad tan alta de gallináceas y he visto clara la oportunidad de ofrecerles a Figo y Crono, justo lo que necesitaban, mucha caza.
Y al menos el primero lo está aprovechando y de qué manera.
Como te conté en el resumen de la semana pasada, una sola jornada le ha bastado para sacar a flote lo que llevaba dentro, logrando, con apenas 14 meses, mostrar una evolución impecable, generando la confianza de que salir al campo en su compañía, es garantía de entretenimiento y caza.
A Crono, por el contrario, le está costando más centrarse y explotar, pero él tiene cualidades, yo paciencia y estoy convencido de que las africanas que nos esperan en el rastrojo, le servirán para agilizar los tiempos de aprendizaje.
Segunda semana con los cachorros cazando codornices
A la terna de cachorros se ha unido Luca Do Volteiro, la última y más reciente incorporación al equipo.
Un pelirrojo muy listo, procedente del amigo Aitor Barquín y que junto a Figo y Crono, debe crecer hasta garantizar el necesario relevo generacional que empiezan a pedir mis setters más veteranos.
Los tres se han repartido los turnos de una segunda semana de Media Veda tan prolífica como la primera, en la que ha sido un gustazo ver a los cachorros cazando codornices y evolucionando sobre ellas.
Jornada del jueves 22 de Agosto
Siguiendo la estrategia de las jornadas previas, este jueves volví a inclinarme por soltarlos en solitario.
De este modo la presión sobre la codorniz es menor y en ocasiones nos cuesta un poco echarla del lombío, pero también evita competiciones de velocidad y gracias a esto, estoy logrando que se centren y trabajen de forma más sosegada en el rastrojo.
Fue Figo quien disfrutó del primer turno y por lo tanto, quien primero destapó el tarro de las esencias con una preciosa muestra, seguida de una espectacular guía, que finalizó con el vuelo de un macho de codorniz y un certero disparo.
Jornada tras jornada está mostrando claros signos de crecimiento y esta es la mayor recompensa que podía extraer después de apostar firmemente por ellos en esta Media Veda.
Minutos después levantamos una pollada que ya teníamos controlada desde la apertura, aunque a simple vista, el número de integrantes se había visto reducido a la mitad.
Lombío arriba, lombío abajo, el cachorro se afanaba en revisar el cereal buscando una nueva emanación que no tardó en aparecer.
Un lance de bella factura, con una muestra firme, cabezona, que presionó lo suficiente a la africana para lograr arrancarla de su refugio y engrosar nuestro morral de capturas.
Entre caños y lombíos
Poco a poco avanzaba la jornada y se iban sucediendo los lances, convirtiéndola en una mañana muy entretenida, pero el calor no tardó en hacer acto de presencia con notable fuerza, por lo que, sobre las nueve, decidí cambiar de ubicación y buscar un zona del cazadero más fresca, en este caso, la vega del pueblo.
Bien cosechada, como siempre, me incliné por un par de tierras de centeno y otra de cebada que tenían el recurso del agua muy cerca y allí solté nuevamente a Figo para que diese continuidad a su gran repertorio cinegético.
Volviendo sobre lo que había aprendido en los días anteriores, siguió revisando con detalle cada hilera de paja, hasta que un golpe de viento frenó su carrera y le invitó a enfocarse hacia uno de los profundos caños que ejercían de lindero.
Se fue acercando con pausa, con extrema prudencia, buscando fijar la emanación que segundos después lo dejó bloqueado en una preciosa postura felina.
En esta ocasión la codorniz salvó su vida escabulléndose por el otro lado de la acequia e impidiéndome disparar, pero la experiencia permitió a Figo elevar su instinto al siguiente nivel…
¡También las había en los caños!
Y desde ese momento, se afanó en revisarlos con atención, combinando laceos en el rastrojo, con profundas inmersiones entre la poblada vegetación de las acequias.
De ahí sacamos dos codornices más.
Cobramos la primera y perseguimos la segunda hasta un centeno adyacente, pues salió muy cerca del perro y preferí no asumir riesgos.
Al llegar, no solo volvimos a levantar a la recién refugiada, sino que disfrutamos de cinco lances más, todos a muestra de Figo, en un excelente trabajo que, una vez más, ponía de manifiesto la exponencial evolución que estaba sufriendo en esta media temporada de caza.
Turno para Crono y Luca
Me hubiese gustado dejar a Figo haciendo aquello que tan bien parecía que se le daba, pero necesitaba descansar y tocaba el turno de Crono y del recién llegado Luca.
El primero voló un par de codornices más, que no llegó a mostrar, ni yo a disparar.
Me queda la duda de quién encuentra a quién, si él a ellas o al revés.
El tiempo nos lo dirá…
Y a Luca, como cachorro y recién llegado, poco puedo pedirle.
Un tanto acobardado y con pocas experiencias previas, prácticamente no se separó de mi lado.
De este modo terminó la jornada, divertida y muy productiva, con 16 codornices voladas y un buen puñado de grandes momentos que me serán difíciles de olvidar.
Jornada del sábado 24 de Agosto
Después de un viernes de merecido descanso y algún que otro recurso alimenticio para recuperarles del esfuerzo, los perros estaban en gran forma y nuevamente deseosos de salir en busca de las africanas.
Para la mañana de este sábado elegí el páramo del Rabanillo, casi al final del mismo, con mi mujer de morralera, como viene siendo habitual en esta Media Veda y dispuesto a disfrutar de los perros como en las jornadas anteriores.
No tardó Figo en deleitarnos con sus primeras muestras, tres lances y tres cobros casi seguidos, que auguraban una excelente mañana de caza.
En estas primeras horas, encontrábamos las codornices con cierta facilidad, terminando de alimentarse fuera del lombío y haciendo más sencillo la resolución del lance.
Pero a medida que transcurrían el tiempo y volvía a apretar el calor, la operación se iba haciendo más costosa, con codornices quedonas y muy aplastadas, al amparo de las enormes hileras de paja que cubrían el centeno.
Probando en la vega del otro lado del pueblo
En torno a las 9 de la mañana nos montamos en el coche para cambiar de zona y, según bajábamos del páramo, me fijé en la vega de entrada al pueblo, que además no la había cazado hasta entonces.
Allí fuimos y allí volví a soltar a Figo, que algo más cansado, pero con su interés intacto, adelantaba nuestros pasos en busca de nuevas oportunidades.
Por falta de acierto o porque la zona no era especialmente querenciosa, aquella prueba resultó bastante infructuosa y tan solo llegamos a ver una codorniz que, eso si, Figo volvió a mostrar de forma espectacular, antes de abatirla y cobrarla.
Cuando menos te lo esperas…
Eran cerca de las 10:30h cuando nos pasamos al otro lado del pueblo, hacia una tierra con el rastrojo un tanto pobre que arranca desde el bebedero de subida al páramo de Valcuende.
No esperábamos encontrar nada, más allá de un buen refresco para Crono, que acababa de salir y un par de carreras antes de volver a casa.
Pero a veces, donde menos te lo esperas…
Una codorniz botaba de un caño a nuestro paso y, mientras las seguíamos con la vista, Crono hacía volar una segunda gallinácea que se apresuraba en buscar un nuevo refugio entre los arbustos de la sierra colindante.
Veinte pasos más y de los pies de mi mujer se arrancaba otra africana y casi al borde de la finca, Crono atropellaba a los cuatro integrantes de una pollada ya madurita, que siguiendo el ejemplo de las anteriores, vieron en la sierra el mejor escenario para su protección.
Y todas se fueron indemnes, indultadas por la falta de muestra de Crono, pues lo más importante para mí es el aprendizaje del cachorro y no lo abultada que pueda llegar a ser la percha.
Otra buena jornada en todo caso, con 15 codornices voladas, sin contar los pollos.
Un Figo en modo fenómeno y un Crono al que aún le queda mucho por espabilar, pero…
Cada cual lleva su tiempo…
Jornada del domingo 25 de Agosto
Todas las temporadas, sin razón aparente, me encuentro con la típica jornada necia e improductiva y este año no iba a ser diferente.
Quizás la presión del día anterior las llevó a buscar cobijo en el monte, no lo sé, tampoco fui a buscarlas allí.
Pero aunque Figo volvió a rendir muy por encima de lo esperado para un cachorro que acaba de cumplir los 15 meses, apenas acertamos a ver 6 codornices salteadas.
No obstante, también hubo alguna noticia positiva y es que Crono, en su turno, llegó a mostrar la última de las africanas que vimos en esta jornada dominical.
Algo más centrado que en los días anteriores, parece que poco a poco puede llegar a explotar.
Veremos cómo rinde la semana que viene…
Conclusiones
Como decía al principio del post, está siendo un verdadero lujo disfrutar de los cachorros cazando codornices.
Día tras día muestran una cara más benigna y su crecimiento aumenta a gran velocidad, lo que me invita a pensar que confiar en ellos en detrimento de los veteranos a sido un acierto, aunque de ese modo se vea perjudicado el número de capturas total.
Espero que la semana próxima pueda volver a traerte buenas noticias.
¡Un abrazo y al monte!
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Amante de la caza y la naturaleza, enamorado del setter inglés y sordero empedernido. Entre encinas, robles y hayas disfruto de cada instante que me ofrece el monte, alejándome cada vez más del lamentable postureo cinegético.