Los buenos amigos se caracterizan por arrojar luz en situaciones negativas y a grosso modo es lo que hizo Gorka Serbal, conmigo hace una semana, cuando después de llamarme y comprobar que el panorama codornicero no mejoraba en Tabanera, me propuso irme con él a disfrutar de una jornada de caza de codorniz con calibre 20.
Asi que probamos las codornices de Burgos, que las había en una cantidad más que decente, vivimos buenos lances, disfrutamos con y de los perros, grabamos vídeos, sacamos fotos y por supuesto, volví a testar el calibre 20, solo que esta vez con El Hada del Campo.
Y aquí estoy para compartirlo contigo, de modo que coge asiento y acomódate porque el post es largo, pero interesante e ilustrativo, mucho que ver, mucho que paladear…
¡Mucho que cazar!
Índice de contenidos
Caza de codorniz con calibre 20 y entre amigos
La caza entre amigos es otra cosa, se disfruta de otra manera.
Los lances se alargan porque tienes alguien al lado con quien comentarlos, los momentos de “travesía errática” se hacen más amenos y aunque de vez en cuando esa charla entretenida te despista del trabajo canino, lo cierto es que la jornada termina reportando grandes alicientes.
Y eso es lo que hicimos, aprovechar cada instante en la compañía de Crono, Darky, Espe y Lukas, primero Gorka sirviendo las muestras de mi cachorro y después yo, haciendo lo propio con ese trio de magníficos setters que tantos y tantos vídeos de caza de perdiz y codorniz han protagonizado.
Con el añadido de volver a probar el famoso “Tomahawk Amarillo” y el calibre 20, solo que con otra especie y en otra modalidad distinta de la vez anterior…
¿Quieres ver los resultados?
A codornices en Burgos con Setter Inglés
Rompió Crono la aparente calma al poco de arrancar la jornada con un par de cagadas.
Si, he dicho cagadas, porque mis perros la cagan, como los tuyos y como los de cualquiera, solo que unos tenemos la humildad y el escaso pudor de compartirlo y a otros parece darles vergüenza poner en entredicho ese platónico estatus de “Atila el Huno” en el que se ambientan.
Y la cagó por exceso de emoción, de pasión o como quieras llamarlo.
Le pasó factura ese fervor inicial tan típico del setter, especialmente cuando es joven e inexperto y aunque en realidad lo hizo muy bien trazando la posición de las dos primeras Hadas, lo cierto es que no llegó a fijarlas y ambas se largaron sin tiroteo alguno buscando un nuevo refugio.
Pero le sirvió para centrarse, para entender que esta vez si íbamos a encontrar un buen puñado de lances con los que poner en liza nuestros instintos y al siguiente lo bordó como si llevase toda la vida en el oficio.
Tiró de nariz, de esos grandes vientos que se le presumen, acechó con prudencia y felinidad la ubicación del pájaro y se quedó en muestra como si le hubiese puesto ahí el ayuntamiento.
Aguantó lo justo para que Gorka tuviese tiempo de llegar y abatir la primera codorniz de la mañana con esa Beretta del 20 que, por más que lo intento, no hay forma de conseguir que me venda…
Más lances de caza de codorniz con calibre 20…
Transcurría la mañana y se iban sucediendo los encuentros con las Hadas en compañía de Crono, salpicados por las risas y los comentarios jocosos alrededor de lo que íbamos viviendo.
En esas se nos alargó Crono, que hasta entonces cazaba muy a la mano y nos empeñamos en llamarle, por aquello de seguir la estrategia de ruta que todo cazador se marca al empezar.
Chiflo va, chiflo viene… ¡Qué vengas por aquí!, le gritábamos, pero nada, volvía obligado unos metros, como quien se resigna a mutilar su inspiración en favor de un obtuso jefe, para volver a escaparse al menor descuido.
Y todo por meterse en un perdido cercano, que si bien me resulta difícil creer que hubiese percibido emanación alguna, lo cierto es que nada más entrar quedó en muestra de una codorniz a la que Gorka no llegó a disparar por salir demasiado lejana.
No sé… ¿Intuición canina quizás?
Al poco, cerca de ese perdido, quedó Crono nuevamente bloqueado.
“No tiene nada” – Le dije a Gorka atendiendo al estilo en que se mantenía inmóvil el perro.
“Da igual, mira lo bonita que es la muestra” – Me decía él mientras se acercaba a Crono sin perder un ápice de atención.
He hizo bien porque vaya si lo había y gracias a eso, no solo cobramos una nueva codorniz, sino que aprovechó para tirar de sorna y vacilarme un rato…
Más lances a la codorniz con Setter Inglés
Seguimos cazando, revisando otras zonas de querencia y en un segundo perdimos de vista a Crono…
¿Dónde está el perro?…
Buscamos por aquí, buscamos por allá y nada… ¡Si lo acabo de ver hace un segundo!.
Pero entre que es negro, que a veces se tumba y que íbamos algo despistados con la charla…
Pues eso, que tardamos en darnos cuenta de que estaba puesto a varios metros de distancia…
¿Dónde estarán este par de paletos? – Pensaría el cachorro…
Y te iba a contar como discurrió el lance, pero casi mejor te dejo el vídeo y lo ves por ti mismo, pues una imagen vale más que mil palabras.
No había un pájaro en el rastrojo.
Cierto es que perdidos, pinos, herbazales, caños y acequias nos daban suficiente rédito como para no tener que ir a buscarlos entre la paja, pero un par de escarceos sin premio entre lombíos y cañas pusieron en relieve nuestra certeza.
Así que el perro no perdió ni un segundo más en revisarlos, al contrario, cada vez que vislumbraba un perdido o un pinar se desmarcaba como un poseso en la búsqueda de lo que sabía que allí se refugiaba.
Hasta el punto de que Gorka lo rebautizó como “Navidad”.
No había forma de reconducirle, pino veo, pino quiero y no le faltaba razón aunque a nosotros nos condicionase la estrategia que habíamos planificado en un principio.
Lo cierto es que era un lujo verlo cazar con esa pasión, ese tesón y ese acierto.
Mi turno y el de los setters de Gorka Serbal
Beretta en la mano (Un día de estos me la llevo para casa sin darle explicaciones al propietario…), 26 gramos de “Tomahawk Amarillo” preparados y tres artistas como Darky, Lucas y Espe no podían defraudar y no lo hicieron.
Tampoco lo hizo un servidor, que le ha cogido gustillo a esto de los calibres pequeños.
No hay mucho que mostrar, pues cazamos en la “Zona VIP” de Gorka Serbal y los buenos secretos, como secretos que son, no conviene ponerlos en conocimiento público.
Pero tuvimos lances, buenas escenas protagonizadas por el trio de carniceros, disparos certeros, otros no tanto, que esto también forma parte de la caza y alguna que otra experiencia que si puedo compartir, como este vídeo, desde el que entenderás por qué dejar volar al pájaro un poco, antes de efectuar el disparo, te permite, no solo recrearte con el lance en si mismo, si no evitar malas conciencias por daños innecesarios.
Súmate al calibre 20 en la caza de codornices
Se me olvidaba y te dije que iba a probar la caza de codorniz con calibre 20.
Lo había testado con las perdices en Grupo Serbal y me encantó, por lo que puedes hacerte una idea del resultado con El Hada del Campo.
Ligero, buen swing, poco retroceso y mejor encare…
Una delicia que además supone un reto por esa drástica reducción de plomo, un reto que gusta superar y que cuando lo haces, te deja un regusto feliz por el simple hecho de tener que resaltar tus capacidades para abatir a la presa.
Por ponértelo más complicado y salir exitoso, vaya…
Te obliga a ser más fino en el tiro y apuntar, pues cuando no lo haces te penaliza con un fallo, pero ese plomeo más cerrado también supone un plus cuando el pájaro gana cierta distancia.
¡Simplemente, me encanta!
Súmate al calibre 20 en la caza de codornices
Y así finalizó la jornada, en una mañana fresca, nublada, con un ligero viento, casi idílico para el ejercicio de la caza.
Y con una buena percha o buena para nosotros, que no merece la pena citar, pues ni es relevante, ni es importante, ni resume el sentir que, tanto Gorka como yo, apreciamos de la venatoria cuando salimos a disfrutar de ella.
Unos huevos con morcilla dieron buena cuenta de la siguiente etapa de la jornada, que esto también es caza y de la buena, no se nos olvide.
Lo siguiente será compartir lo cazado entre amigos y familiares, alrededor de una buena mesa, como mandan los cánones y volveré a contártelo, como hago siempre, pero entre tanto, colorín colorado, esta jornada de caza de codorniz con calibre 20 se ha acabado.
¡Un abrazo y al monte!
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Amante de la caza y la naturaleza, enamorado del setter inglés y sordero empedernido. Entre encinas, robles y hayas disfruto de cada instante que me ofrece el monte, alejándome cada vez más del lamentable postureo cinegético.