Jornada de contrastes en Grupo Serbal, pues el calor de la compañía de mi mujer se solapaba con el resacón de un día criminal, saturado de agua, frio y viento, que nos arrojaba pelotazos de lluvia como perdigones del 12, pero qué cínicos seríamos al mostrar queja alguna, pues como buenos cazadores, preferimos rendirnos a la pleitesía de cada uno de los lances que nos regalaron Figo y Crono en esta jornada de caza menor con Setter Inglés.
Índice de contenidos
- 1 A perdices ente la lluvia, el viento y el frío…
- 2 Disfrutando de una dura jornada de caza menor con Setter Inglés
- 3 Lances de caza menor con Setter Inglés
- 4 ¡Qué gozada disfrutar de la caza menor con Setter Inglés!
- 5 Nueva perdiz a muestra de Figo…
- 6 Las inclemencias del tiempo se volvieron más feroces en la jornada de caza menor con Setter Inglés.
- 7 Un bonito día, pese al mal tiempo…
A perdices ente la lluvia, el viento y el frío…
Me hubiese gustado regocijarme en un reportaje de imágenes más amplio y completo que el que vas a encontrar a lo largo de este post sobre mi jornada de caza menor con Setter Inglés, pero seamos honestos, daba tembleque sacar las manos y exponerlas al clima radical que nos acompañaba, por lo que reducimos esas ocasiones a los momentos de pura obligación y casi que poco más, que uno es bravo, pero no masoca…
Y es que el clima fue la única tecla discordante de una percusión que, cada vez que la escucho, entona una mejor melodía.
Perfecto el del bigotito en la organización (Yo creo que le gusta más lo de la gestión, que lo de la caza…), cumpliendo a rajatabla con las medidas sanitarias y permitiendo que, dentro de las restricciones, la jornada perdicera discurriese con normalidad.
Sellado de pases en el lugar de encuentro, una breve charla con Corsino, al que me alegré de ponerle cara después de mucho hablar en RR.SS, un café rápido para entrar en calor y prestos en dirección al parking que nos había tocado, que en comparación al del año pasado, parecía estar al otro lado de la provincia…
Serían las ganas de llegar…
Disfrutando de una dura jornada de caza menor con Setter Inglés
El mal tiempo hizo un pequeño impasse al llegar al aparcadero, lo que nos permitió preparar los pertrechos con cierta comodidad y uno que es valiente, por no decir idiota, decidió negar la mayor y pasar del traje de aguas del que tanto me acordé a lo largo de esta jornada de caza menor con Setter Inglés.
¡No espabilo!
Asi que a “pecho descubierto”, con un jersey fino y el chaleco, soltamos a Crono y junto a mi mujer, nos fuimos a descubrir lo que el coto nos tenía preparado.
A los 10 minutos ya estaba quieto como una vela frente a un matojo, mientras yo intentaba adaptarme al seguro de mi nueva Bettinsoli (Gajes de cambiar repetidora por superpuesta y no haber practicado).
Pero se salió el pájaro por detrás de un árbol y para cuando le vi, parecía un Boing 747 impulsado por el vientazo del que se aprovechó para escapar.
«¡Menuda caraja tienes…!. ¿Por qué no le has tirado?» – Preguntó mi mujer con algo más que aire inquisitivo.
«¡Porque tenía el árbol en medio y no la he visto salir Susana!» – ¡Qué carácter!, pensé, más vale que acierte el siguiente…
Pero no, no la acerté…
Lances de caza menor con Setter Inglés
Y el siguiente lance lo alcanzamos enseguida, en medio de algún que otro rifirrafe con Crono por exceso de pasión (Que no había quien lo siguiera, vaya…).
Otra vez quieto como una estatua, flexionado sobre el terreno, señalado un punto en que segundos después pude visualizar al pájaro…
Encaré, desencaré, probé y volví a probar. Álvaro no la falles, me repetía. Quité el seguro, salió la perdiz, nuevamente espoleada con el viento a favor y dos tiritos bajos llevaron al traste el estreno de mi superpuesta.
Ni me giré para ver la mueca de mi mujer… ¿Para qué?.
«Vamos a buscarla» – Acerté a decir “por lo bajinis” y gracias.
Pero se perdió por detrás de la loma del fondo y decidimos seguir el mismo camino que ya llevábamos, lo que nos condujo a la tercera muestra del amigo Navidad, que solo por esta vez, se contenía rastreando la sierra sin buscar arboledas en las que colarse.
Paró, se marcó una bonita guiada antes de volver a quedarse en muestra y esta vez si, según salió al perdiz, el pepinazo la cogió de lleno y el perro pudo cobrar su primera pieza de la mañana.
Me encanta verlo cuando porta el premio de su labor entre los dientes…
¡Qué gozada disfrutar de la caza menor con Setter Inglés!
Por momentos se volvía a emocionar el cachorro y se alargaba en exceso.
“Esta es la mía, ya era hora de ver caza”, debía pensar Crono después de un año errático de codornices.
Y en una de esas, después de subir una ladera como un sputnik y esperar a que nosotros hiciésemos lo propio de forma más calmada, allí estaba puesto, en el corte del llano, solo que la perdiz había ganado ventaja y ya volaba muy lejos de cualquier opción de disparo.
No conocer el coto siempre es un hádicap que penaliza y además se acercaba la hora de “parar a repostar” y cambiar de perro, por lo que no nos alejamos más de lo necesario, campo había de sobra.
Revisamos las zonas aledañas y poco a poco nuestros pasos nos llevaron de nuevo al aparcamiento donde habíamos dejado el coche.
Me estoy aficionando a esta buena costumbre del taco campero, para qué nos vamos a engañar.
El inseparable termo de café, un bocata de tortilla, turno para Figo y como ya estaba calado hasta los huesos, ni reparé en ponerme el chubasquero o los zahones.
Y salió el extremo derecho en plan conquistador, haciendo bueno aquello de “Vini, vidi, Vinci”…
Nueva perdiz a muestra de Figo…
Subimos una corta, pero exigente pendiente que desembocaba en una amplia llanura, con un robledal al fondo y unas preciosas vistas del acotado, que si bien esta vez quedaban enturbiadas por el mal tiempo, tampoco hacía falta tirar de imaginación para valorarlas.
Pero al cachorro, lo de las vistas, como que no y mientras nosotros las observábamos, él ya estaba en muestra frente a un conjunto de zarzas.
Rompió la parada, probablemente guiado por el movimiento del ave y volvió a quedarse quieto justo al otro lado, el tiempo suficiente para dejarme llegar, encarar, disparar y esperar a que cobrase lo que para él, suponía el primer pájaro de esta jornada de caza de perdiz roja.
Después de dos triunfos, ya me costaba menos girarme para observar la expresión de mi mujer, que no es tan ogro como la estoy pintando, pero tiene su carácter… 😉
Y hubo un tercero, casi inmediato, muy bien labrado por Figo que estaba inspirado (Y menos emocionado que su hermano) y que también ocupó su espacio en el morral.
“Va a quedar un paté buenísimo para cenar en familia” – Me decía Susana.
Las inclemencias del tiempo se volvieron más feroces en la jornada de caza menor con Setter Inglés.
La cosa se iba poniendo turbia porque cada vez hacía más viento, más frío y más agua y lo que antes era soportable, ahora pedía a gritos un poco de sentido común, de modo que no tardamos en dirigirnos hacia el coche con el objetivo de poner punto y final a la jornada de perdiz.
Eso si, volvimos cazando claro, que tampoco era plan de ponerse tremendistas y perder el tercer y último lance de Figo, al que el mal tiempo, como puedes imaginar, no parecía generarle ningún tipo de problema.
A allí estaba la perdiz, refugiada a cien metros del parking, en el interior de una regatada.
Una superviviente a tenor del número de perros y cazadores que habrían pasado anteriormente por allí, pero no voy a negar que la buena labor del cachorro merecía su consecuente premio.
Fallé la primera, pero el resto han caído a plomo, parece que me he hecho rápido con la escopeta, iba pensado con aura satisfecho un instante antes de sacar las llaves y abrir el coche.
Y con las mismas, recogimos, nos cambiamos y nos fuimos a comer a Sotopalacios, aunque eso ya es harina de otro costal.
Un bonito día, pese al mal tiempo…
Una pena el día criminal que nos acompañó, pero una gozada la jornada, los perros, los lances, las muestras y especialmente, compartirlo con mi mujer, porque al final eso es lo que nos mueve, lo que nos gusta y lo que nos hace liarnos la manta a la cabeza, pegarnos un madrugón y recorrer cientos de kilómetros.
El resto, siempre subjetivo, carece de importancia…
El 7 de Diciembre, si te animas y si nos dejan, allí nos vemos y aquí te lo cuento.
¡Un abrazo y al monte!
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Amante de la caza y la naturaleza, enamorado del setter inglés y sordero empedernido. Entre encinas, robles y hayas disfruto de cada instante que me ofrece el monte, alejándome cada vez más del lamentable postureo cinegético.