Menudo homenaje de guías, muestras y cobros se pegaron mis cachorros el lunes, en una nueva jornada de caza de perdiz en Burgos…
Que si, que si… Perdiz repoblada, gallinas, o perdices de plástico, de goma… No sé, elige el calificativo que prefieras.
Mientras te decides, te espero recordando cada uno de aquellos lances que me hicieron disfrutar como un enano viendo a mis perros aprender, cazar y pasárselo pipa y cuando termines, si quieres, te lo cuento…
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Entre perdices discurrió la jornada… Caza de perdiz en Serbal
Quizás esté perdiendo el “norte cinegético”, como me han dicho últimamente o a lo mejor es que evito dogmatizar según qué cosas para limitarme a disfrutar de ellas, porque eso es lo que busco y espero de la caza: satisfacciones en coalición con mis perros.
Es lo que me mueve, mi mayor motivación y si además tengo oportunidad de hacerlo en compañía de un buen amigo como Gorka Serbal, las risas, el buen ambiente y la caza, están aseguradas.
Además «le volví a robar la Beretta del 20», (No me la quiere vender el “jodio” 😡) para darle otra probadita y si la vez anterior quedé convencido, ahora tengo más que claro cual será el calibre de mi próxima escopeta.
Aunque no será por la efectividad lograda en esta jornada de caza de perdiz, pues fallé más que con una de feria.
Probablemente porque tenía la cabeza puesta en Luca, que se había perdido dos días antes y no tanto en lo que estaba haciendo, quien sabe…
El resultado, en cualquier caso, fue digno de contar y a eso voy.
Enseguida empezamos a volar perdices…
Al igual que la vez anterior, partimos del parking de La Dehesa, junto con otros 9 compañeros, a los que dejamos marchar primero, para seguirlos unos minutos después en calma y soledad.
No tardamos en volar las primeras perdices y digo volar, que no mostrar, porque Figo y Crono estaban en plena ebullición, corriendo como liebres y atropellando todo lo que encontraban a su paso.
No hay perro que no la cague de vez en cuando y mis cachorros no iban a ser menos.
Una perdiz, otra más, un tiro por allá, el eco de otro más lejano y los perros como locos sin hacerme el más mínimo caso…
En fin, no voy a dejar de quererlos por eso, pero no tenía humor y me cogí un buen cabreo, pues no hay cosa que más me moleste que ir por el monte vociferando como si estuviese loco.
A la tercera o cuarta, Crono clavó su primera perdiz
No sé si era la tercera, la cuarta o la quinta, pero llegó el momento en que Crono clavó la primera y para mejorar mi “buen humor” mandé los dos cartuchos a Pensilvania lo más cerca.
Y va Gorka y encima lo graba… ¡Qué tio!
A partir de ese momento se fueron centrando algo más, sin bajar el ritmo, pero mostrando renovada prudencia y llegando a bloquear las siguientes perdices.
Algunas nos permitieron llegar, otras solo nos dejaron el vago recuerdo de “su caliente” en el suelo y el resto se arrancaron sin esperar si quiera a escuchar nuestra bonita melodía.
Abatí mis dos primeras perdices y Crono cumplió haciendo varios cobros perfectos
Gorka andaba más fino que yo esa mañana y resolvió un par de lances con maestría, preparados con idéntico talento por “Espe”, una preciosa Setter Inglés color hígado que protagoniza tantos de sus vídeos.
En lo que a mí respecta, seguí enturbiando unos números que poco a poco iban alejándose demasiado de cualquier sinónimo de eficacia, pero el creciente buen hacer de Figo y Crono, me vino como un soplo de aire fresco para mi estado de ánimo y poco a poco empecé a disfrutar de verdad.
En esas, ambos cachorros se repartieron liderazgo en dos lances casi seguidos.
Uno de ellos, mejorado por un perfecto cobro de Crono, señal de que la unión de caza y entrenamiento, es la mejor pócima de aprendizaje para cualquier perro con un mínimo de potencial.
Al menos, ya no me iba para casa de vacío y los canes si que estaban aprovechando la oportunidad al máximo.
Una jornada de caza de perdiz muy prolífica
Sinceramente no sé cuántas perdices llegamos a ver…
Creo que dejé de contarlas al poco de empezar y en pleno calentón por el desatino de mis cachorros.
Pero ver, vimos un buen taco de ellas y eso que tuvimos algo más de una hora de “travesía por el desierto” llegando a Matalindo.
Y hubo más guías, más muestras, nuevos lances…
Y en esas poquitas veces que mis cachorros le ganaban la delantera a Espe, ella los premiaba con un perfecto patrón.
Luego lo de acertar el tiro ya era más cosa de Gorka que mía…
No se lo digas, pero yo creo que me desajustó la mira, como hacen los feriantes con las carabinas de perdigón en las romerías de mi tierra…
Hubo un lance que me impresionó
El caso es que le estoy cogiendo el gustillo a esta disciplina, aunque no sé gran cosa de ella y aún me falta probar las salvajes.
Cuando lo haga y solo entonces, podré comparar.
Pero estas lo ponen difícil, más que difícil. Tanto le exigen al perro, que éste no puede permitirse el lujo de guardarse ni un mínimo de su capacidad.
Y a menudo, el que no la tiene, deja a su conductor con dos palmos de narices.
Como ejemplo, hubo un lance, casi volviendo al aparcamiento, que verdaderamente me impresionó.
Y fue que Figo se quedó en muestra, pero no había nada.
Llegó Crono e hizo lo propio, pero también rompió enseguida.
Entonces apareció Espe, más veterana y curtida, y empezó a guiar.
Y mientas Gorka me gritaba que siguiese a la perra ladera arriba, Espe seguía guiando y guiando…
Llegué a asfixiarme subiendo aquella pendiente, pero ella mantenía el tipo, piano, piano y seguía alejándose sin perder el rastro de aquella supuesta perdiz.
Hasta que ya a lo lejos, mientras buscaba el oxígeno que no encontraba, vi al coño pájaro arrancarse a volar, que se yo… ¿A 300 metros de dónde la habían puesto los cachorros?.
Y todavía fue capaz de salvar la vida ante el disparo del cazador que sobrevoló en su huída…
¡Ole, ole y que nos quiten lo bailao!
Despedida y cierre de la jornada de caza de perdiz
Pocos metros antes de llegar al coche, fuimos a buscar una perdiz que se nos había levantado hasta en dos ocasiones.
Pero para qué te voy a contar cómo se permitió el lujo de hacerlo una tercera…
Asi que colgamos la escopeta, hicimos las fotos de rigor, el vídeo que te he dejado un poco más arriba y charlamos un buen rato con unos armeros de Tafalla, que no está en Castellón, sino en Navarra y que además de buena gente, se lo habían pasado igual de bien que nosotros.
O mejor, de hecho, porque tenían un repertorio de perdices, como para hacer una fiesta en la plaza del pueblo y que no se quedase con hambre ni el apuntador.
¡Un abrazo y al monte!
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Amante de la caza y la naturaleza, enamorado del setter inglés y sordero empedernido. Entre encinas, robles y hayas disfruto de cada instante que me ofrece el monte, alejándome cada vez más del lamentable postureo cinegético.