Animalistas y cazadores, cazadores y animalistas, enemigos íntimos incapaces de entenderse, de ponerse de acuerdo, cuando se supone que nos une un bien común, como es el bienestar animal y el respeto a la naturaleza.
Quizás es porque los unos no escuchamos a los otros y con los sentidos abnegados de prejuicios, es tan complejo aprender, como lo es evolucionar.
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Dos enemigos íntimos incapaces de entenderse
Es difícil comprender, cómo a dos personas que persiguen un objetivo común, les cuesta tanto esfuerzo alcanzar cierta comunión en sus ideas.
Seguramente es un problema de ambos, de cazadores y animalistas, demasiado obcecados en seguir pintando sus dibujos de blanco o de negro, cuando hay una amplia escala de grises que nos ofrecería un cuadro mucho más atractivo.
Tanto prejuicio, tantas ideas preconcebidas, nos han llevado a combatir los unos con los otros, perdiendo ambos la capacidad de escuchar, aprender y entender, cualidades imprescindibles para respetar y corregir los errores que envuelve nuestro discurso.
Quizás, si probásemos a dejar a un lado nuestra ofuscación y nos molestásemos en interiorizar el mensaje del otro, cazadores y animalistas lográsemos volver a poner el foco en lo que verdaderamente importa, que son los animales.
La caza no puede estar por encima del equilibrio natural de las especies
Como cazadores, no hay por qué renegar de todo lo que nos dicen.
Debemos ser conscientes de que hay mucho trabajo por hacer, muchos errores que corregir e incluso, hábitos que eliminar.
Seamos juiciosos y pongamos nuestras herramientas al servicio de esos cambios.
Exigen estudios y planes cinegéticos más actuales, a la medida de la casuística de cada especie y yo estoy de acuerdo, pues las necesidades del cazador nunca pueden prevalecer por encima del equilibrio natural de las especies.
La actividad cinegética debe ser sostenible, no hay otro método válido.
Nos piden cordura y acabar con esos ejemplos de brutalidad que de vez en cuando nos señalan y como cazador, no solo no pretendo disculparlos, sino que soy el primero en sumarme a su condena.
Ya ha quedado demostrado que estamos lejos de liderar cualquier lista de abandono canino, pero que los árboles no nos impidan ver el bosque, pues un solo caso de abandono ya es un paradigma dramático y nuestro esfuerzo debe focalizarse en eliminar este tipo de prácticas.
Y seguramente tienen mucha razón cuando fiscalizan y ponen en tela de juicio esos procesos industriales de las grandes multinacionales, donde determinados animales son sometidos a una gestión de adulteramiento, en el único objetivo de potenciar su productividad y extraer el máximo rédito económico.
Amar a los animales no está reñido con hacer un aprovechamiento natural de ellos
Pero ellos, los animalistas, también deben flexibilizar su postura y no pretender que el resto de la sociedad asuma un criterio totalitario que sólo les pertenece a ellos.
Empezando por entender que amar a los animales, no está reñido con hacer un aprovechamiento natural de los mismos.
Y el mejor ejemplo, es el cazador.
Ayer me quedé un rato embobado viendo como un insecto hoja recorría mi brazo y lejos de aplastarlo, lo devolví a su entorno, pues realmente es una de las grandes curiosidades de la naturaleza.
Poco antes, paseando con mis setters, mis hijas pudieron admirar una bella corza que atravesaba la mies en busca de un nuevo encame.
Incluso, yendo por el monte, cuantas veces he llegado a dar un pequeño rodeo para evitar romper el tremendo diseño arquitectónico que alguna araña se había empeñado en levantar en mitad del sendero.
Pero esa sensibilidad, no me impide entender que el sacrificio de la muerte da paso a la vida.
Que siempre y cuando sea de forma ética, es lícito hacer un aprovechamiento de los animales, pues forma parte de nuestra naturaleza y de lo que nos ha permitido llegar hasta donde estamos.
La carne de caza es justa, libre y sana
Uno de los grandes problemas entre cazadores y animalistas es que existe un porcentaje de seres humanos que se han erigido como representantes legales de los animales y su principal estímulo se basa en convencer al resto de que omitamos nuestra necesidad natural y gusto personal por incluir carne en nuestras dietas.
Como ya supones, me refiero a los veganos, que aunque los hay bastante radicales, al menos son coherentes y además de criticar duramente cualquier tipo de explotación animal, incluida la caza, claro está, no participan de ella.
Pero luego hay otro segmento de población que nos persigue con la misma energía, pero que curiosamente, si comen carne, salivan que no veas delante de un buen chuletón y son los primeros que aprovechan el buen tiempo veraniego para saltar de barbacoa en barbacoa.
Y cuando les planteas los motivos de su evidente hipocresía, se ciñen a recitar versos ya caducados sobre nuestra falta de empatía o el sadismo que requiere acertar un disparo sobre un animal salvaje.
Y justo en escenarios de este tipo es donde hecho en falta más ambición por su parte a la hora de escuchar.
Pues si lo hiciesen, se darían cuenta que la carne de caza es la más justa y libre, por la sencilla razón de que el animal no atraviesa ningún proceso crítico. Vive y muere libre, en el campo, en su hábitat y muchas veces, sin sufrir y sin enterarse.
El mundo ganadero es otro gran ejemplo
Quizás porque me toca de cerca, pues lo tengo en la familia y conozco al dedillo este mundo, la ganadería es otro gran ejemplo de cómo se puede amar a los animales, y al mismo tiempo, hacer un aprovechamiento de ellos.
Entre otras cosas, se trata de una profesión totalmente vocacional, y a quien elige dedicar su vida a las vacas, ovejas o cerdos, difícilmente se le puede atribuir falta de sensibilidad hacia ellos.
Pero es que además es una labor esencial, que alguien debe realizar para que el resto podamos llevar a nuestro plato un filete o esa chuleta tan jugosa de la que hablaba antes.
Y ojo, no perdamos de vista que la ganadería en España provee los mejores animales de Europa, pues éstos atraviesan los procesos de calidad más exigentes del continente.
Amar a los animales, tampoco está reñido con controlar sus poblaciones
Una de las pocas cosas en que cazadores y animalistas hemos logrado ponernos de acuerdo es en la necesidad de controlar poblaciones para evitar daños, accidentes y problemas derivados.
Aunque para variar, diferimos en las formas.
Ellos proponen la esterilización como metodología eficaz para evitar la superpoblación de especies, aunque haya quedado de manifiesto, después de la gran inversión realizada en Cataluña, que se trata de una medida ineficaz.
Por otro lado, nunca entenderé como un lobby que siempre ha mostrado rechazo a que el hombre manipule la naturaleza, se esfuerza de igual modo en proponer ideas que, nuevamente, alteran el curso natural de los animales salvajes.
Entre tanto, tenemos varios ejemplos de cabras muriéndose de sarna en parques nacionales por iniciativas judiciales de partidos animalistas.
Y aquí es donde volvemos al punto del aprovechamiento…
Cazadores y animalistas debemos aplacar nuestros prejuicios
Cazadores y animalistas debemos aprender a convivir unos con otros de forma pacífica, comprendiendo que perseguimos idénticos objetivos y razonando que hay más verdades que la nuestra.
Quizás sea imposible, no lo sé.
Pero para eso, unos debemos adquirir conciencia y modificar aquellas conductas que no nos abanderan y los otros, flexibilizar su forma de pensar y entender que la caza es una experiencia única, justa, natural y necesaria.
¡Un abrazo y al monte!
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Amante de la caza y la naturaleza, enamorado del setter inglés y sordero empedernido. Entre encinas, robles y hayas disfruto de cada instante que me ofrece el monte, alejándome cada vez más del lamentable postureo cinegético.