Cazar no es matar. Esa definición es demasiado simplista para una actividad que engloba muchísimas cosas más allá del momento en que apretamos el gatillo, lo que no deja de ser una consecuencia de la acción de caza.
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Cazar no es matar, absoluto ignorante
Estoy harto, hartísimo, de que cada vez que hacemos pública nuestra condición de cazadores, compartiendo opiniones, fotos o vídeos de lances en RR.SS, nos persiga una horda de animalistas enfurecidos a la voz de asesinos, psicópatas, sádicos y una larga lista de calificativos peyorativos que nacen de la más ridícula ignorancia.
Resulta irritante que debajo de una foto con el cobro de una pieza, se vislumbren multitud de comentarios inquiriendo que solo disfrutamos pegando tiros, que cazar es matar y que carecemos de la mínima empatía hacia esos animalitos sensibles que pasean por las brañas en total tranquilidad.
No solo no tienen ni la más mínima idea de cómo discurre la vida de las especies en su entorno, sino que abrazan un constante ridículo criticando una actividad que desconocen y que solo saben razonar a partir de ese estigma tan masticado de «cazar es matar».
Pues no absoluto ignorante, cazar no es matar.
Abatir un animal y el disparo en consecuencia, solo es una ínfima parte de la acción de caza, sobre un animal que, de paso, vive y muere libre, en su hábitat y sin generarle mayor estrés del que ya sufre a diario, pues no perdamos de vista que el ser humano tan solo es un depredador más, de los muchos que tiene a su alrededor y su instinto de supervivencia, ya lo mantiene en constante alerta.
Porque ese es el día a día en el mundo animal, ignorante.
Quizás creías que esa perdiz que nosotros salimos a cazar estaba tumbada, tranquilita, descansando y tomando el sol antes de llegar nosotros, pero la realidad es que vive en permanente atención para salvaguardar su existencia ante zorros, rapaces, tejones, garcillas y un largo etcétera de predadores aéreos y terrestres.
Cazar no es matar, no seamos simplistas
Que abatir un animal sea el objetivo de cualquier jornada venatoria no quiere decir que podamos reducir a algo tan simple su definición.
Porque si únicamente nos moviese el gusto por apretar el gatillo, no quedarían en vigor ni el 10% de las casi 900.000 licencias federativas con las que cuenta este País.
¿Por qué?. Pues porque apretar el gatillo es justo lo que menos hacemos e incluso hay muchas, muchísimas jornadas, en las que ni siquiera disparamos nuestro arma.
Vas a ver ignorante, por qué no debes de ser reduccionista a la hora de razonar una cinegética que no te has molestado en descubrir antes de criticar…
¿Sabes cuántos cazadores se quedan sin disparar en una batida de jabalí?
A comienzos de diciembre acudí invitado a una batida de jabalí en Liébana.
No lo sé con exactitud, pero más allá de los monteros, que muchas veces ni siquiera portan rifle, habría 30, 40 ó 50 cazadores repartidos entre los puestos.
La batida se salvó con 8 jabalíes muertos, que no está nada mal, por lo que es sencillo extraer el porcentaje de compañeros que percutieron el gatillo de su rifle.
Sumando algún que otro disparo errado, estamos hablando de que un 70% de los que allí estaban aquella jornada de domingo, volvieron a guardar sus balas en el estuche, porque no hicieron uso de ellas.
Pero es que ojo, esa dinámica es común para muchos que no han visto un jabalí en lo que va de temporada.
Incluso los hay que llevan años metiendo y sacando la misma munición en el cargador, porque no han disfrutado del privilegio de un lance.
Pero todos y cada uno de ellos, los que tiraron y los que no, se levantaron aquella mañana de madrugada, sacrificaron un fin de semana que perfectamente podrían haber destinado a descansar tumbados en el cheslonge de su sofá, cogieron el coche para hacer varios cientos de kilómetros en algunos casos, aguantaron estoicamente más de 8 horas sin moverse en el puesto y aunque no fue el ejemplo de aquella batida, a menudo toca soportar el viento, el agua, el frío e incluso la nieve.
Todo eso para que el 70% se volviese a casa sin apretar el gatillo.
Todo eso porque las razones que nos impulsan a cazar van mucho más allá de apretar el gatillo.
¿Sigues pensando que cazar es matar, absoluto ignorante?.
¿Tienes idea de las muchas jornadas de caza menor en que volvemos a casa bolos?
El escenario anterior es perfectamente adaptable a las muchas jornadas que discurren en modalidades de menor.
Igualmente traicionamos el descanso de nuestro fin de semana, madrugamos lo mismo, a menudo nos toca hacer varias horas de viaje para llegar al coto y como la caza se desarrolla en la invernada, con frecuencia nos pegamos una trisca de 4, 5 ó 6 horas andando por el monte, acompañados del frío y la lluvia.
Ojo ignorante, andando por el monte y atravesando lo más profundo de sus arboledas, senderos y recovecos, no por caminos, ni cómodas pistas forestales, apoyados de esos fantásticos bastones del Decathlon, que resultan chulísimos para la foto que después compartes con tus colegas: «Impregnándote de la Madre Naturaleza».
Y todo eso para ver unas cuantas becadas o perdices y abatir una o dos si tenemos suerte.
Insisto, si tenemos suerte, porque son tantas las jornadas en que nos volvemos a casa con las manos vacías, que he perdido la cuenta.
Pero casi siempre satisfechos, porque hemos disfrutado de buenos momentos, hemos visto a nuestros perros cazar, incluso destacarse con alguna acción de mérito y aunque no hayamos apretado el gatillo, allí estaremos de nuevo el próximo fin de semana.
¿Lo ves cómo cazar no es matar, ignorante?.
Cazar no es matar, aunque implique la muerte de un animal
Y si, no nos engañemos, aunque sea un definición simplista y reduccionista de la venatoria, el objetivo de la misma es dar muerte a un animal.
Lo que no entiendo, ignorante, es tu actitud hipócritca, pues criticas una jornada de caza que no finaliza en el coche, sino en la mesa, rodeados de amigos, familiares o en soledad, dando buen provecho de la carne que hemos logrado abatir en el campo, pero resulta que tú también te alimentas de carne, solo que compras la bandejita en el supermercado y cuando llega el buen tiempo, vas dando saltos de barbacoa en barbacoa, subiendo a Instagram la instantánea, con el kalimotxo en una mano y la hamburguesa en la otra.
¿Acaso has olvidado el proceso que ha llevado a esa hamburguesa hasta tu mano o eres tan farisaico que prefieres omitirlo?.
¿Por qué consideras más ética la carne que adquieres en el hiper, que esa otra que yo me proveo en el monte?.
Además de un absoluto ignorante, eres un completo hipócrita.
Cazar no es matar, por eso disfrutamos del medio todo el año
La caza responde a un instinto primitivo que todos tenemos interiorizado y del que tú no estás exento, prueba de ello es el manotazo que le cascas a esa mosca cojonera que te lleva rondando media hora.
¿No es la mosca un ser vivo?.
Quizás algunos lo tengan más adormecido o incluso hayan logrado que prevalezca ese dogma ficticio con el que pretenden dar sentido a sus vidas. Porque vivimos una etapa en la que parece que no eres nadie sino persigues algo.
Pero el instinto está ahí y te acompañará siempre, del mismo que nos embriaga a nosotros.
Prueba de ello es que no nos limitamos a disfrutar de la esencia del monte en tiempo de veda, sino que seguimos visitándolo a lo largo de todo el año.
Sus paisajes, sus olores, sus secretos, las distintas cubiertas vegetales que lo abrigan según la época, la idiosincrasia y el devenir de las costumbres animales que lo habitan, son suficientes para permitirnos gozar de un entorno que muchos consideramos nuestra casa.
Con nuestros perros o en soledad, con la cámara de fotos o apoyados en la vara de avellano, que viste menos para la foto, pero es mucho más efectiva en su tarea.
Ven y pruébalo, aprenderás a entenderlo, incluso es probable que te guste
Te diría que compartieses una jornada conmigo, pues de ese modo dejarías de ser un ignorante, comprenderías muchas cosas y tendrías elementos reales para emitir un juicio de valor.
El único riesgo que corres es que la experiencia sea de tu agrado y probablemente lo sería.
Pero sé que no lo harás, porque para ello deberías abandonar la comodidad de ese fantástico cheslonge que protagoniza tus fines de semana y sobre todo, te obligaría a emplearte a fondo en la búsqueda de alguna alternativa con la que llenar tu vida, pues criminalizar la caza y al cazador, dejaría de ser una opción.
¡Un abrazo y al monte!
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Amante de la caza y la naturaleza, enamorado del setter inglés y sordero empedernido. Entre encinas, robles y hayas disfruto de cada instante que me ofrece el monte, alejándome cada vez más del lamentable postureo cinegético.
Muy loable el enseñar el sentimiento vuestro en la caza pero no creo q merezca la pena dar explicaciones a gente desequilibrada q se ampara en el anonimato para sacar sus peores instintos. Ellos/as sin disparar un arma si q son potencialmente «asesinos» deseando la muerte a los demás y, con insultos muy graves a propios y familiares. No merece la pena perder el tiempo con según q personas.
Saludos
Yo creo que las explicaciones hay que darla una y mil veces y hacernos visibles, siempre desde la educación y el respeto. Cada uno se retrata como lo que es cuando escribe de una determinada forma.
Al final Anjana, hay un segmento de animismo radical que no merece atención, pero hay otro que vive en el desconocimiento y desde el respeto, creo que merece la pena transmitir lo que hacemos y cómo lo vivimos.
¡Un saludo y gracias por comentar!
Buenas ,
No se puede explicar de mejor manera que matar no es cazar, un articulo estupendo. Bien argumentado, aunque supongo que a los radicales de siempre la argumentación les sirva de bien poco, el ser humano ha llegado a ser lo que es hoy en dia por que ha cazado animales, para alimentarse y abrigarse con sus pieles, los que salimos al monte a cazar no hacemos mas que lo que han hecho durante miles de años nuestros antepasados y eso nos hace sentir bien ya que lo llevamos impreso en nuestros genes. Lo único que hay que pedir a los cazadores del siglo XXI es que se comporten con la ética y deportividad que se merecen las piezas que perseguimos. Yo creo que los animalistas reniegan del ser humano al negarle su condición de cazador.
Saludos y muchas gracias por un trabajo bien hecho.
Gracias a ti por tus palabras Raúl!.
Tengo la sensación de que hay dos tipos de animalistas, unos radicales, movidos por un interés que no atiende a ningún tipo de razonamiento y otros más livianos que muchas veces critican la caza desde la perspectiva del desconocimiento.
En realidad, no estamos tan lejos de estos últimos, de hecho, tenemos cosas en común, pero somos incapaces de escucharnos los unos a los otros.
¡Un abrazo y al monte!