Que a estas alturas de la película se ponga en tela de juicio la normativa que prohíbe la comercialización de la becada en nuestro País, me resulta sorprendente.
No tanto quizás cuando la reclamación proviene de quien no ha portado una escopeta en su vida o de quien jamás ha pisado un monte para medirse con ella, pues carece de conocimiento alguno y el que no sabe, es como el que no ve y termina muriendo en el ridículo de su atrevimiento.
Pero que dicha reivindicación sea sostenida por algún que otro sordero, aunque tan solo sean unos pocos, es para hacérselo mirar, pues nosotros, mejor que nadie, sabemos cómo está el panorama de la becada.
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Quien quiera comer becada, que suba al monte a cazarlas
Un reciente artículo en el Diario El Mundo, escrito a todas luces por un «pseudo periodista», en el mejor de los casos, cuestionaba los motivos que impedían la comercialización de la becada, entre otras especies, como la perdiz roja, el zorzal o la cerceta.
Podría cebarme con la calidad del artículo y criticar con dureza su pésima estructura, algún que otro error gramatical, su titular sensacionalista, el mal uso de las preposiciones o la pésima forma en que ha hilvanado sus ideas.
Pues sin duda, siempre he creído que era necesario atesorar algo más de talento para lograr que te publiquen un texto en un medio generalista y de gran reputación, como El Mundo, pero ahora me doy cuenta es una tarea al alcance de casi cualquiera.
Sin embargo, el contenido es tan irritante y demuestra tal falta de conocimiento, que me voy a centrar en él, dejando a un lado todo lo demás.
Analicemos el artículo sobre la comercialización de la becada
Si entramos al detalle del artículo y valoramos su contenido, la primera percepción que nos arroja es que quien suscribe el texto, ni se ha documentado, ni tiene la menor idea de lo que está exponiendo.
Empieza ofreciendo un argumento sesgado, en el que cuestiona que esté permitida su caza y no la comercialización de la becada en el sector de la restauración.
Para después añadir y cito textualmente:
«Como sabemos que en una batida una sola escopeta suele cobrarse, no una o dos piezas, sino bastantes más, no llegamos a comprender bien la oposición».
Y es que raya lo absurdo hablar de la caza de sorda en términos de batida, pero suena aún más ridículo proponer un número de capturas tan halagüeño, cuando muchos de nosotros ya nos damos por contentos el día que bajamos una en el morral.
Pone en entredicho la existencia de planes cinegéticos
Unas líneas después, vuelve a confirmar su ineptitud y se descuelga escribiendo:
«¿Están amenazadas estas especies en un país con tantos miles de kilómetros cuadrados de territorio propicio al desarrollo de la caza, o se trata en realidad de una respuesta política a quejas sobre el agotamiento de los recursos?. ¿Dónde están los estudios que demuestran que las cercetas o las becadas se están agotando en España?»
Y yo pienso… ¿Se habrá molestado en investigar este hombre de dónde viene la becada y cuál es su casuística?.
Es más… ¿Habrá visto una sorda alguna vez en su vida?.
¿Va a resultar ahora que la perdiz roja no solo no está en peligro, sino que gozamos de poblaciones abundantes?
Además pone en tela de juicio unos planes cinegéticos que son más que accesibles para todo el mundo y que precisamente, están orientados a regular la caza de estas aves de forma sostenible.
¡Puro surrealismo!
Trata de alinear las poblaciones de jabalí y de becadas
Y para terminar de rematar la agonía del lector, busca alinear la realidad del jabalí, con la de la becada, dejando la siguiente reflexión…
«Y lo menos que se puede exigir es que establezcamos claramente si, en un país en el que los jabalíes se están paseando ya por los jardines urbanos, de verdad existe esta situación límite en la caza menor».
Sinceramente, me cuesta encontrar las palabras adecuadas para describir una bestialidad de tal calibre…
¿Cómo podemos comparar la problemática del jabalí, una pieza de Caza mayor, con la casuística de la becada, la perdiz, la cerceta o cualquier especie de menor?.
Es del todo increíble que le permitan escribir, como encima le paguen…
Razones de la no comercialización de la becada o la perdiz
En un momento en que muchas especies de la menor, como puede ser la propia becada, la perdiz o la codorniz, merecen una profunda reflexión, pues no están precisamente atravesando su mejor momento, ¿Queremos ampliar su agonía sirviéndolas como bocado gourmet en un restaurante?.
¿Por qué en lugar de centrarnos en su sostenibilidad, hemos que priorizar en las necesidades de cuatro cocineros aburridos que solo buscan dar rienda suelta a sus mentes innovadoras?.
¿En serio hay que poner en riesgo a las cuatro perdices autóctonas que quedan en nuestros campos, para que esta gente vea satisfechas sus ideas de negocio?.
Me da pavor solo de pensarlo…
Permitir la comercialización de la becada multiplicaría su furtivismo
Tenemos planes cinegéticos desarrollados por biólogos y expertos del Ministerio de Medio Ambiente, el CSIC, las consejerías de medio ambiente de las CCAA y organismos similares.
Estos son acompañados por el trabajo de muchas asociaciones, compuestas por cazadores, que traicionan parte de su tiempo libre y familiar, para dedicarlo al estudio, análisis y mejora de la conservación de estas especies.
Trabajo que tiene un gran impacto en la redacción de cada orden de vedas, llegando incluso a tener la llave, para que sea permitida su caza en algunas Comunidades.
No voy a discutir que hay normativas que deberían regularse y fiscalizarse mejor, pero en todo caso, orientadas a controlar la acción venatoria y disminuir la presión sobre estas aves.
Pero en ningún caso a ampliarla, algo que conseguiríamos promoviendo su comercialización.
Y no solo bajo el amparo de la Ley.
El furtivismo, una lacra que ya sufrimos en exceso, vería en este cambio de paradigma un impulso para enriquecerse a costa del perjuicio de becadas, perdices, cercetas…
Caza abusiva, esperas nocturnas, fareos…
Todo para que un cliente con pasta pueda costearse un sorda y el restaurante de alto standing extraiga su correspondiente beneficio…
Soy un defensor de la carne de caza
Soy un firme defensor de la carne de caza, pero no a cualquier precio, ni de cualquier forma.
Como ya he escrito tantas veces, se trata de una carne sana, justa y libre.
Y me encanta ver cómo obtiene un protagonismo cada vez mayor en muchas cartas de muchos restaurantes, pues se trata de una cultura que en ningún caso, debemos perder.
Ahora bien, el sentido común nos dice que debemos atender al estado de las poblaciones y comparar la densidad de jabalíes, con la de becadas, es tan ridículo como impropio de alguien a quien se le presupone un mínimo de intelecto.
Artículos de este tipo hacen un flaco favor al sector
Me preocupa este artículo sobre la comercialización de la becada porque su origen populista, atrevido e ignorante puede causar un grave daño en el sector.
Como decía al principio, puedo entender que quien basa su conocimiento cinegético en lo que aprende detrás de un teclado, le conceda crédito y suscriba las palabras del articulista.
Pero me cuesta más creer que aquellos cazadores que conocemos de primera mano la realidad de becadas o perdices, aplaudamos reclamaciones de este tipo, sin pararnos a pensar las consecuencias de su aprobación.
Ojo con la apología hipócrita y los intereses de determinados sectores, pues si bien me has escuchado decir que las necesidades del cazador nunca deben prevalecer por encima del equilibrio natural de las especies, mucho menos deben subyacer a criterios mercantiles.
De modo que… ¡El que quiera degustar becadas, perdices o cercetas, que salga al monte a cazarlas!
¡Un abrazo y al monte!
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Amante de la caza y la naturaleza, enamorado del setter inglés y sordero empedernido. Entre encinas, robles y hayas disfruto de cada instante que me ofrece el monte, alejándome cada vez más del lamentable postureo cinegético.