«¡Qué suerte tienes!. Siempre se levanta la sorda por tu lado» – le dice el novel becadero a su veterano compañero, quien a su vez responde satisfecho: «Al saber le llaman suerte.»
Pero no es suerte, claro que no es suerte, más bien es el conocimiento y las muchas horas de experiencia, que han servido de aprendizaje para saber cómo colocarse en el lance con las becadas.
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Al saber le llaman suerte… ¡Y no lo es!
Hasta ahora te he contado muchas cosas sobre este ave enigmático y salvaje, cuya caza requiere la máxima habilidad y precisión por parte del binomio perro & cazador.
Pero la caza de la sorda no basa su complejidad en el mero hecho de encontrar su refugio y llegar a ponerla en muestra.
Esto es solo una parte importante de la tarea, pero no la única.
Pues una vez hemos logrado encontrar su guarida y bloquearla, se nos abre un abanico de opciones, tantas como escapatorias tenga el pájaro y es ahí donde la experiencia del cazador marca la diferencia, sabiendo dónde y cómo colocarse en el lance con las becadas.
Y de esa ágil decisión, depende en gran medida, el éxito de la aventura.
Dependiendo del cazadero, saber cómo colocarse en el lance con las becadas, es esencial
Quizá en escenarios más limpios, cuando su búsqueda se desarrolla entre eucaliptos, pinos o robles ya depurados por el paso del invierno, la posición desde la que enfrentamos el lance tenga menos importancia.
Pero cuando el cazadero es un nido de encinas, avellanos o hayas, con excesivo ramaje y tan solo unos pocos huecos de luz en sus copas, la complejidad del disparo se agudiza y ahí si que es clave abrir los ojos, observar el espacio, tratar de entender cuáles son las rutinas del pájaro y saber dónde y cómo colocarse en el lance con las becadas, si queremos llegar a tener la más mínima oportunidad de abatirlas.
Y aún así, nuestra decisión debe ir acompañada de cierto porcentaje de fortuna, pues la sorda es un ave impredecible, con una gran capacidad de supervivencia y muy acostumbrado a dejarnos con esa típica mueca de sorpresa en la cara.
Un ejemplo de cómo colocarse en el lance con las becadas
Como siembre, cada situación de caza es distinta e implica múltiples variables que difícilmente se pueden explicar desde un teclado y sin estar en el propio terreno.
Pero si tratas de ponerte en situación y te imaginas en medio de un gran macizo de encinas, rodeado de ganzos, con escasas posibilidades para moverte y el perro puesto a unos metros, al que tampoco llegas a ver con demasiada claridad, mi consejo ahí es que mires hacia arriba.
En estas zonas tan cerradas, la becada tiende a hacer un desplazamiento vertical, buscando alguno de los huecos que le dejan las copas de los árboles, para después tomar la dirección que considere.
En estos casos, seguramente por inercia, cometemos el error de tratar de acercarnos y encimar a los perros, lo que nos obliga a descubrirnos por el ruido de nuestros movimientos y terminamos asustando a la sorda, que emprende el vuelo cuando aún no estamos preparados para responder.
Si en lugar de hacer esto, una vez que alcances cierta proximidad con tus canes, te posicionas debajo de alguno de esos claros o “huecos de luz”, es muy posible que en su huida te deje opción de disparo o, como mínimo, podrás verla e intuir la dirección que ha tomado para iniciar la rebusca.
Quizás te parezca que estás a demasiada distancia del lance, pero ten en cuenta que a diferencia de ti, si el suelo está limpio, la sorda puede peonar con comodidad y solo botará cuando tenga espacio libre para impulsarse y ganar altura.
De arriba hacia abajo y de fuera, hacia dentro.
A veces hay cosas que, por más obvias que puedan parecer, nos cuesta caer en ellas.
Y a mí el primero…
La parte más alta de mi coto es una zona querenciosa que entremezcla algunos pinos de gran envergadura, con una buena densidad de avellanos.
Y también sirve de límite, pues colinda con el coto adyacente.
En mis primeras temporadas, siempre persistía en el error de buscar el lance llegando desde abajo, lo que implicaba que, cuando no era capaz de resolverlo, la becada cruzaba el límite en su escapada y le regalaba una oportunidad a los compañeros del otro lado.
Supongo que en algún momento de brillantez mental caí en la cuenta de la equivocación y empecé a gestionarlo al revés, alcanzando la parte más alta y tirándome después hacia bajo en su busca.
No es que siempre me haga caso, pero se trata de un ave muy inteligente, que identifica tu posición, la de los perros que la presionan y raramente, salvo que no tenga más opciones, busca una salida que le lleve de frente hacia ti.
Otro consejo
Hablando de cómo colocarse en el lance con las becadas, hay algunos consejos que pueden ser interesantes, aunque también dependen de tus preferencias.
En mí caso, se me da bastante bien el tiro “desde arriba, hacia abajo”, por lo que cuando tengo oportunidad, busco algún pequeño resalte en el monte que me conceda ventaja.
Además, ganar ese extra de altura también te ofrece una perspectiva más amplia del entorno, con lo que si fallas o no puedes disparar a la pieza, será más fácil intuir su nuevo refugio.
La experiencia es la mejor consejera
Sin duda, a lo largo de estos años, lo que más me ha costado es aprender a colocarme.
Interpretar cada situación y tomar decisiones ágiles no siempre es fácil.
Sin embargo, es determinante para el éxito del lance.
La experiencia es la que te va enseñando y el aprendizaje de los errores es crucial para ir depurando tu estrategia en la caza de la becada.
Por eso, cuando el pájaro vuela hacia el lado del veterano cazador, no siempre es cuestión de suerte, si no del conocimiento y la experiencia de muchas horas de monte en su busca.
¡Un abrazo y al monte!
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Amante de la caza y la naturaleza, enamorado del setter inglés y sordero empedernido. Entre encinas, robles y hayas disfruto de cada instante que me ofrece el monte, alejándome cada vez más del lamentable postureo cinegético.