Son muchos quienes prejuzgan y nos acusan a los cazadores de utilizar el perro como mera herramienta de trabajo, pero no por ello dejan de vivir alojados en el error.
Para la mayoría de nosotros, la relación con nuestros perros se eleva más allá de la pura acción cinegética.
Forman parte de nuestra familia, de lo que somos y no solo les hacemos partícipes de muchos momentos de nuestra vida cotidiana, sino que terminamos diseñando nuestra rutina diaria en función de sus necesidades.
Pero es que incluso, como es mí caso, terminamos buscando su compañía porque verdaderamente disfrutamos de ella.
Índice de contenidos
En la inestimable compañía de mis setters
Mis perros son parte esencial en mi vida y como tal, busco la compañía de mis setters con frecuencia y en situaciones que poco tienen que ver con la caza.
Aunque lo haga a menudo, en realidad no me hace falta subir al monte y recorrer juntos los bellos paisajes de la montaña cántabra para pasar tiempo con ellos.
En las tareas cotidianas me gusta tenerlos cerca y ellos disfrutan de mí casi tanto como yo de ellos.
Es lo que tienen los buenos amigos, que les gusta compartir tiempo juntos, aunque no estén haciendo nada importante.
Vamos a correr juntos todas las mañanas
Hace ya varias semanas que he cogido la costumbre de salir a correr cada mañana (Me voy acercando peligrosamente a los cuarenta y el cuerpo empieza a pedir a gritos que lo cuide un poco 😉
Me despierto con el canto del gallo, sobre las seis y media, me calzo las bambas y cuando bajo a tomar el café ya tengo a Zar en el cristal de la puerta esperándome ansioso.
Se ha convertido en mi mejor compañero de running, hasta el punto de que no me apetece ir con nadie más que no sea él.
Juntos recorremos los seis kilómetros que hacemos cada día, admirando como se despereza el campo y echándonos una mirada cómplice de vez en cuando, como para confirmar la satisfacción que a ambos nos produce compartir la experiencia el uno con el otro.
Cuando volvemos a casa desayunamos juntos y me siento preparado para afrontar cualquier obstáculo que me tenga preparado el día.
Un paseo al atardecer en compañía de mis setters
Desde hace tiempo y con independencia de que ese día haya podido ir o no al monte, llegado el atardecer salgo a dar un buen paseo, cómo no, en compañía de mis setters.
Lo hacemos sin prisas, pues me gusta disfrutar el momento y además me sirve para desintoxicarme de la exigente vorágine laboral diaria.
De vez en cuando también se animan mi mujer y mis hijas y entonces la familia está al completo y la experiencia es notablemente más satisfactoria.
Cuando nos apetece nos sentamos en el primer sitio que pillamos y nos quedamos relajados observando el ocaso del día.
De vez en cuando pasamos cerca de ciruelos, moreras o manzanos y nos entretenemos cogiendo algún fruto de sus ramas.
Uno para ellos, otro para mí.
Y cuando no, sencillamente nos evadimos, como buenos confidentes, pues aunque no tengan la la facultad de hablar, son tan buenos oyentes como hábiles haciéndose entender.
Mucho más que un simple perro de caza
En casa siempre andan sueltos por la finca, siguiendo mis pasos allá donde se dirijan y asistiéndome a su manera en cualesquiera que sea la tarea que realice.
Se hacen querer y han llegado a convertirse en inseparables, hasta el punto de que si me vuelvo y no están, los hecho en falta.
La compañía de mis setters es un valor incuestionable para mí, como para tantos otros, desterrando esa fatal idea que los enclava como simples herramientas cinegéticas.
Prueba del cariño que los procesamos es que, cuando elaboré el gráfico para celebrar los 6.000 seguidores en Facebook, utilicé la foto de perfil de varios seguidores y en casi todas ellas, aparecía su perro como protagonista.
Si esto no es pasión hacia nuestros canes, que venga Barquero y lo vea!!!.
¡Un abrazo y al monte!
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Amante de la caza y la naturaleza, enamorado del setter inglés y sordero empedernido. Entre encinas, robles y hayas disfruto de cada instante que me ofrece el monte, alejándome cada vez más del lamentable postureo cinegético.