Dícese que el cazador, cuando no está cazando, está pensando en caza, aunque también me vale aquello otro de «A Rey muerto, Rey puesto», pues si bien no ha hecho más que finalizar la temporada general, becaderos o perdiceros ya estamos empezando a remolonear alrededor de esa idea codornicera que nos espera en Agosto.
¡Menuda locura la nuestra!
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Cuando no estamos cazando, estamos pensando en caza
Si, lo sé, aún faltan siete meses para la apertura de la Media Veda, pero el rumor africano ya ocupa espacio en charlas de café e incluso hemos empezado a preguntar por este coto o aquel.
Prueba de ello es que ya se ha reservado alguna que otra tarjeta y lo más irrefutable, revisando la analítica del blog, en las dos últimas semanas han crecido exponencialmente las visitas hacia artículos relacionados con la codorniz.
Lo que quiere decir que hemos hecho un «reset mental» y estamos de nuevo enfocados en ese mes de Agosto, que aún parece lejano, pero que a tenor de la extrema velocidad con la que discurre nuestro día a día, no tardaremos en alcanzar.
¡Qué locura la nuestra!
Menuda droga la venatoria y no hay tratamiento que nos libere de ella.
¡Ni lo queremos!
Pues pocas cosas nos generan tanta satisfacción como esos momentos de libertad compartida en pleno campo, en compañía de nuestros perros, disfrutando amaneceres y recorriendo los vastos rastrojos de cereal sobre los que ansiamos perseverar nuevos lances, celebrar aciertos, maldecir errores y honrar gratas experiencias.
Y aunque esas sensaciones bien parecen lejanas, poco nos cuesta volver a introducirlas en nuestro discurso y hasta soñarlas en la imaginación, porque de ese modo se torna más amena la travesía.
Entre tanto, queda mucho por hacer
Pero hasta que llegue la afortunada fecha nos queda mucha tela por cortar.
De momento, una contrapasa becadera que ocupa mis sueños y los de otros muchos compañeros que, como yo, aún apuramos para seguir disfrutando, cámara en mano, de monte, perros, lances y sordas.
Y después, campo y más campo, pues los buenos amantes del entorno seguimos aprovechando cada oportunidad que nos concede para regocijarnos bajo su cobijo, en sociedad con nuestros canes.
Eso si, de ahora en adelante, siempre con la vista puesta en esa desveda estival, muy atentos a la cosecha, a la entrada de pájaros, a si cantan o dejan de cantar…
Porque la ilusión de la caza se vive en el monte, pero también fuera de él.
¡Un abrazo y al monte!
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Amante de la caza y la naturaleza, enamorado del setter inglés y sordero empedernido. Entre encinas, robles y hayas disfruto de cada instante que me ofrece el monte, alejándome cada vez más del lamentable postureo cinegético.