La caza es caza, aquí, allá y en los cuatro puntos cardinales de mi España, como decía el gran Manolo, pero quizás en cada rincón se vive de una forma diferente y si hay algo en que nos aventajan aquellos del Sur, a nosotros los del Norte, es en esa cultura del taco campero.
Menudo afán tienen por las cosas bien hechas, por la buena vida y por el arraigo de las costumbres que merecen la pena.
¡Y cómo les envidio por ello!.
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¡Qué gran cultura la del taco campero!
Aquí en el norte, el cazador pisa el monte en soledad o acompañado, con sus perros o en cuadrilla, pero «sin perder el tiempo», siempre atento a disfrutar de esa gran jornada venatoria que ansía y no tanto a la parte social que acompaña la caza y que muchas veces nos infunde más alegría que la mejor de las capturas.
Allí en el Sur esto lo hacen mejor, porque sin un buen taco campero a media mañana no razonan la cinegética y ole sus huevos, porque no les falta verdad.
Esa paradita estratégica da para descansar las piernas, contar sus chismes, exagerar lances, vacilar un ratito al fallón y ahondar en sus risueñas excusas sobre la gorra que le molestó al tirar, el sol que le cegaba o lo excesivamente larga que le había botado la pieza.
Y por supuesto, también para compartir un buen puñado de viandas, acompañadas del chorrete de vino de rigor, siempre entre risas, fomentando el compadreo y ese buen ambiente que tanto valoramos en la caza.
No es perder el tiempo es cultivar la esencia cinegética
Resulta curioso cómo lo que unos consideran esencial, otros lo despejan por innecesario, entendiéndolo además como una pérdida de tiempo.
Pero de superfluo tiene lo justo pues también es caza, del mismo modo que lo es apretar el gatillo o pistear un jabalí herido, vaya si lo es.
Diría que hasta ennoblece el alma, gratifica la razón y aumenta la felicidad, pues contribuye a cultivar la verdadera esencia cinegética y disfrutar de esos instantes supone un alivio para muchos y un refuerzo para otros.
Momentos buenos e íntimos que quedan grabados para los restos y que únicamente, quien no ha sabido proveerse de ellos, es capaz de minusvalorarlos.
Siempre digo que cazar no es matar…
Siempre digo que cazar no solo es matar, que el monte nos guarda muchísimos alicientes más allá del simple percutir de un gatillo, que son enormes las satisfacciones que genera una jornada cinegética y ese instante de taco campero, representa a la perfección algunas de ellas.
Aquellos del Sur lo saben bien y seguro que no perderán tan noble costumbre.
Ojalá los del Norte sepamos aprender y pronto copiemos tan digna tradición.
¡Un abrazo y al monte!
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Ps. Quiero agradecer a @El_Onubense, @Playmocaza, @El_Aguardista y @NauralMente23 el aporte fotográfico para complementar el post.

Amante de la caza y la naturaleza, enamorado del setter inglés y sordero empedernido. Entre encinas, robles y hayas disfruto de cada instante que me ofrece el monte, alejándome cada vez más del lamentable postureo cinegético.