El Gobierno Central, Madrid, Xunta de Galicia o Principado de Asturias, junto con varios ayuntamientos, son solo algunas de las comunidades y municipios que han requerido ayuda de la caza a lo largo del último año, para mitigar los daños producidos por el jabalí y regular sus poblaciones.
Y de una forma u otra, ahí hemos ido los cazadores, poniendo buena cara y respondiendo a la llamada, para ver de ofrecer nuestro granito de arena ante una problemática que nos afecta a todos.
Pero personalmente, ya estoy cansado. Parecemos idiotas…
Y probablemente lo seamos.
Si requieren nuestra ayuda, y a la vista está que así es, que se posicionen a favor de la actividad cinegética.
En caso contrario, que se busquen la vida…
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Si nos necesitan, que se posicionen definitivamente
Vivimos en la era de lo políticamente correcto (Nunca mejor dicho), de las medias tintas, de las respuestas ambiguas, en la de hablar mucho y no decir nada…
Porque manifestar lo que realmente pensamos, ser claro, directo y conciso, implica perder votos.
Y nadie quiere tirarse piedras sobre su tejado, aunque para evitarlo tenga que caer continuamente en una postura hipócrita.
Y esta es una realidad política que también afecta a la caza, una disciplina puesta en entredicho por una parte importante de la sociedad, que impide que muchas agrupaciones políticas se posicionen de un lado u otro, por miedo a generar rechazo en sus votantes y perder (O no poder acceder) el confortable sillón de control que con tanto ahínco ambicionan.
Pero después, cuando pintan calvas, recurren a nosotros para mitigar los daños producidos por el jabalí, pero sin exponerse, casi de puntillas, buscando la menor repercusión posible, para en muchos casos, una vez realizado el servicio, pasarse al lado contrario y atizarnos de lo lindo cuando lo que toca es dar gusto a los otros, que también votan y hay que tenerlos contentos.
Y eso no puede ser, porque al final terminamos poniendo nosotros la cama.
Control poblacional para evitar los daños producidos por el jabalí
La caza tiene muchas razones de ser, una de las principales, el aprovechamiento de su carne, pero otra igual de importante, es la gestión y control de poblaciones para evitar, por ejemplo, daños producidos por el jabalí o por cualquier otra especie.
Los problemas de superpoblación en determinadas especies los sufrimos a diario, sin necesidad de salir al campo, ni siquiera de ser cazador.
Véase la relación de accidentes en carreteras, imágenes de animales buscándose el sustento en plena ciudad, daños a la agricultura, a la ganadería…
Y son problemáticas graves, que ponen en peligro la vida de personas o el bienestar de las familias que tratan de subsistir en el sector primario, que no son pocas.
Además de implicar el gasto de muchos millones de euros anuales para paliar e indemnizar a las víctimas de dichos daños.
#LaCazaTambiénVota
Es curioso como esta campaña, iniciada con gran acierto por la FAC, ha “mentalizado” a la clase política de que se están jugando varios millones de votos provenientes del mundo rural y del colectivo cazador.
Desde su arranque, algunas organizaciones han mostrado cierto acercamiento hacia la caza y percibo que el contenido de sus mítines, ahora que estamos en plena campaña electoral, empieza a incluir contenido específico en esa dirección.
Luego ya veremos si todo ese discurso se convierte en un compromiso fiel y en políticas reales de apoyo a la caza por parte de las administraciones, pero de momento, parece que hemos logrado hacer cierto ruido y eso es bueno.
Lleguemos hasta donde haga falta
En cualquier caso, no es objetivo de este post entrar a valorar aquellos aspectos esenciales de la caza que se deben blindar por Ley, si no lograr que nosotros, como cazadores, dejemos de ser la amante fiel y complaciente a la que recurrir cuando no está la esposa en casa.
Debemos mentalizarnos en la defensa de nuestra actividad y unirnos en la exigencia de un posicionamiento real por parte de las administraciones, que confirme la caza como un recurso natural y necesario.
Y mientras no lleguen esas declaraciones, dejemos nuestra vocación de servicio y nuestro instinto cinegético aparcadito al lado de la TV y sentémonos a ver cómo se sacan las castañas del fuego por ellos mismos.
E incluso, si es necesario, y aunque vaya en nuestro perjuicio, probemos a seguir el ejemplo de alguna sociedad de cazadores vasca que ya ha tomado la iniciativa de hacer huelga en protesta por el constante acoso y derribo que sufre nuestro colectivo.
Veremos después de un año como vienen a rogarnos de rodillas que salgamos a cazar…
¡Un saludo y al monte!
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Amante de la caza y la naturaleza, enamorado del setter inglés y sordero empedernido. Entre encinas, robles y hayas disfruto de cada instante que me ofrece el monte, alejándome cada vez más del lamentable postureo cinegético.
Has dado en clavo pero mucho me temo que los cazador@s no están por la labor. Hay quién le dices de no cazar un año las perdices por su escasez y te echa los perros.
Una buena purga necesita el sector y un cambio de intereses también.
Bueno, hay de todo. En Castilla conozco alguna sociedad de cazadores que ya ha vedado durante un tiempo la caza de perdiz para permitir que se recupere la especie.
Es una cuestión de mentalización.
¡Un saludo y gracias por comentar!