Si queremos defender la caza menor, no podemos centrarnos únicamente en la gestión de poblaciones.
Cazadores, medios, asociaciones o entidades cinegéticas estamos focalizando la defensa de nuestra actividad desde la perspectiva del control y gestión de poblaciones, un mensaje tan real, como contundente y de calado que merece ser respaldado, pero… ¿Cómo adaptamos ese argumento los que practicamos la caza de sorda, perdiz, zorzal o codorniz?.
Ni estas, ni otras especies similares, están generando daños o accidentes, ni tampoco se pueden considerar plaga.
Por eso creo que hay un argumento de mayor peso, mucho más alineado con los orígenes de nuestra actividad y que nos permite defender la caza menor, del mismo modo que la mayor, como es el aprovechamiento de la carne.
De paso, tratar de ponerlo en entredicho, es enjuiciar el modo de vida de millones de personas que se alimentan de carne y productos derivados de los animales.
Cazamos por instinto, seguimos siendo parte del ecosistema, de la cadena alimenticia y además de no olvidarlo, debemos aprender a explicarlo.
¡Un abrazo y al monte!
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Amante de la caza y la naturaleza, enamorado del setter inglés y sordero empedernido. Entre encinas, robles y hayas disfruto de cada instante que me ofrece el monte, alejándome cada vez más del lamentable postureo cinegético.