¿Dónde quedan los derechos del cazador?
No es una cuestión de cazadores contra agricultores, a quien hay que pedirles cuentas es al ayuntamiento y al alcalde que ha recaudado varios miles de euros por la cesión y aprovechamiento cinegético de unos terrenos que finalmente resultan inservibles para el ejercicio de la caza, es decir, para aquello por lo que se han contratado.
Tanto el gestor de coto, como los propios cazadores, pagamos para cazar la codorniz en la Media Veda y cuando llegamos al campo nos encontramos con buena parte del cazadero levantado, labrado e inservible para poder salir con nuestros perros aprovechando que ha llovido y la tierra tiene suficiente humedad…
No puede ser que vulneren los derechos del cazador e incumplan sistemáticamente los requerimientos que ellos mismos han expuesto en el pliego de condiciones previo a la contratación del coto.
Entiendo la postura del agricultor pues vive del campo y probablemente no es a él a quien debemos reclamar, pero si al ayuntamiento como cedente, recaudador y por extensión, responsable.
Dale al play, échate un veo a este vídeo y me cuentas tú opinión…
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¡Un abrazo y al monte!
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Amante de la caza y la naturaleza, enamorado del setter inglés y sordero empedernido. Entre encinas, robles y hayas disfruto de cada instante que me ofrece el monte, alejándome cada vez más del lamentable postureo cinegético.
Muy interesante el blog y con contenidos muy variados. En mi familia siempre ha habido una gran afición a la caza, incluso después de un accidente gordo hace más de sesenta años, de hecho, ese accidente fue el motivo por el que se casaron mis abuelos. Mi bisabuelo era muy cazador y solía salir con sus amigos casi todos los fines de semana, un día hubo una urgencia en el pueblo (era médico rural) y lo fueron a buscar a casa, así que mi bisabuela pidió a mi abuela, que tenía diecisiete años, que fuera al monte a llamarlo. Ese día un amigo íntimo de mi bisabuelo (mi otro bisabuelo) había ido con su hijo (mi abuelo) y el chico se despistó y disparó justo cuando llegaba mi abuela con tan mala suerte que la alcanzó en el ojo. Salió viva de milagro porque la pilló de lado, pero el ojo lo perdió, claro, de hecho, nunca ha podido usar prótesis siquiera porque el destrozo fue tanto que no tiene dónde sujetarla, tuvieron que hacerle un injerto y todo y siempre ha llevado un parche de cuero cosido a las gafas. Después del accidente estuvo mucho tiempo en el hospital y mi abuelo, que se sentía fatal, iba a verla muy a menudo y así se enamoraron y se casaron. Pues incluso después de aquello, ni mi abuelo ni mis bisabuelos dejaron de cazar, es más, mi abuelo enseñó a sus hijos y a sus nietos y mi abuela nunca se ha opuesto. Yo creo que es algo que se lleva en la sangre.
Hola Eva, es curioso como una historia triste puede deparar otra tan bonita, me alegro de que la hayas compartido, muchas gracias por comentar. ¡Un abrazo y al monte!