Es curioso como cada año, al mismo tiempo que el trigo se va tornando amarillento y se acerca la desveda de codorniz, empieza a florecer esa estirpe de escopeteros oportunistas invadiendo los foros de caza y las redes sociales.
Y me refiero a ese perfil de ventajista, que vive atrincherado en la comodidad de su sofá, a la espera de que otros anuncien el resultado de su trabajo de investigación para salir corriendo a aprovecharse de él.
En todos los colectivos siempre hubo parásitos…
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El que quiera peces, que se mole el culo
Falta tan poco para la Media Veda que a muchos ya nos cuesta focalizar la atención en otra cosa.
Como cazadores, empezamos a vivir la jornada de caza y en este caso la temporada, muchísimo antes de que vaya a suceder.
Subiendo al coto a ver cómo evoluciona la cosecha, entrenando a los perros para que lleguen en un estado óptimo de forma a la apertura y charlando con otros compañeros sobre nuestras impresiones acerca de cómo se presenta la campaña, si han entrado o no codornices o si las hemos escuchado cantar aquí o allá.
Una charla sana e incluso didáctica, que nos mantiene vivos, fortalece el deseo y no hace si no aumentar la ansiedad por alcanzar esa fecha tan esperada de Agosto.
Pero a la vez que ocurre todo esto, los foros, las redes sociales y los canales online, en general, se llenan de escopeteros oportunistas interesados en conocer aquello para lo que no han dedicado el más mínimo esfuerzo en descubrir.
Una estirpe de cazadores cómodos que esperan como agua de Mayo que alguien delate su jugada para decidir si envidan a grande, chica o pares.
Los mismos que cuando suben a ver un coto, lo único que les interesa es que el gestor les indique la zona más querenciosa del cazadero, porque son incapaces de descubrirlo por ellos mismos.
Esos que cuando pegas 4 ó 5 tiros seguidos en una tierra, tardan menos en flanquearte que tú en recoger las vainas del rastrojo.
Pero yo soy de los que opina que, el que quiera peces, que se moje el culo.
Los escopeteros oportunistas también afloran en tiempo de becadas
Hay quien disfruta la veda desde el primer día, saliendo con sus perros a campear y volviendo a aprender sobre el monte, después de muchos meses de espera e inactividad.
Los hay que tienen una mentalidad de hierro y salen a diario, por más que la temporada no esté discurriendo como esperaban y cueste un mundo levantar pluma.
Y luego están los famosos escopeteros oportunistas, que aguardan ansiosos en sus casas a que alguien propague la noticia a voz tendida…
“¡¡¡Han entrado becadas aquí o allá!!!”
Y entonces si, sin perder el más mínimo instante, desempolvan sus escopetas para salir a disfrutar de ese día de fortuna que les permita seguir considerándose cazadores…
Son esos mismos que te persiguen y no te pierden de vista durante la jornada de caza, porque están esperando que levantes caza para intentar abatirla y adjudicarse el trofeo.
La suerte nos tiene que pillar cazando…
Pero ni esto es caza, ni esa postura es la de un buen cazador.
La caza es muchísimo más que apretar un gatillo y abatir un animal, es un manifiesto de la vida, es intensidad, compromiso, constancia, implica esfuerzo y sacrificio, supone retar a la exigencia y avanzar sobre nuestros propios límites, es aprender constantemente, entender la naturaleza y las especies que lo habitan, descubrir sus querencias y vivir el modo en que nos debatimos con ellos para que nuestras suertes discurran de forma justa y ética.
El resto, lo otro, es oportunismo y poco tiene en común con la verdadera esencia de este noble arte que es la caza.
A todos nos apetece un día de fortuna de vez en cuando, que nos coincida esa entrada de sordas cuando pisamos el monte o encontrar ese corrillo de africanas que nos arreglan la jornada.
Pero esa suerte nos tiene que pillar en el monte con nuestros perros, porque debe ser el resultado de nuestra constancia y no de un enérgico rastreo de información por internet.
Son fáciles de reconocer
Con los años y poniendo un poco de atención, aprenderás a reconocerlos enseguida, porque tienden a ser siempre los mismos.
Solo tienes que hacer una rápida pasada por cualquiera de los típicos foros cinegéticos y afinar la vista hasta que encuentres preguntas del tipo:
¿Ya se las escucha cantar?… ¿Por dónde se ven?… ¿Por dónde han entrado las primeras?… ¿Alguna tempranera?…
Y en el monte son igual de reconocibles, pues cuando te cruzas con ellos y te paras a charlar, enseguida te cuestionan lo único que les interesa saber: Cuántas has volado y en qué zona.
No temas que no te van a preguntar por tus perros, ni por cómo evoluciona el cachorro que llevas al lado, ni tampoco se molestarán en perder el tiempo contándote ese lance memorable que acaban de vivir…
No les interesa nada que no esté directamente relacionado con la ubicación exacta de la carne.
Lo que sepa tu mano derecha, que no lo aprenda la izquierda
Siempre he sido una persona sincera a la que no le ha costado compartir lo bien o mal que haya podio discurrir mi jornada.
Incluso con los compañeros, dentro de mi propio coto, no me importa orientarles hacia un lado u otro si tengo información que verdaderamente les pueda servir.
Porque la caza también es esto o al menos, de ese modo la entiendo yo.
Pero cada vez que detecto un escopetero oportunista de estos, desprovisto de escrúpulos y ansioso porque le pongas en bandeja lo que anhela saber, me viene a la cabeza un antiguo consejo de mi abuela que decía: “Lo que sepa tu mano derecha, que no lo aprenda la izquierda”.
Y entonces, pues eso… Todo mal y al revés
¡Un abrazo y al monte!
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Amante de la caza y la naturaleza, enamorado del setter inglés y sordero empedernido. Entre encinas, robles y hayas disfruto de cada instante que me ofrece el monte, alejándome cada vez más del lamentable postureo cinegético.