Por salvaje e inteligente, la sorda es una especie singular que supone un gran reto de exigencia para perros y cazadores. Un ave imponente que se ha ganado a pulso el pseudónimo de Dama del Bosque y que, como tal, merece nuestro máximo respeto y una absoluta ética en la caza de la becada.
Un grandeza solo entendible a partir de encontrarnos una y otra vez con ella en el monte, de asumir constantemente el reto de su caza, de superar sus enormes cualidades de supervivencia y de valorar su gran inteligencia para darnos esquinazo, en esos momentos en los que ya no parece tener escapatoria.
En definitiva, un animal excepcional, con unas aptitudes impresionantes, que solo lucirá en nuestro morral cuando el envite previo, nos haya requerido el legítimo esfuerzo que requiere su caza.
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Ética en la caza de la becada
Hay varias citas del gran maestro Félix Rodríguez De la Fuente que perfectamente resumen lo que pretendo exponer en este post:
- «Una sola pieza que te exija una tarde entera de persecución, una penosa espera desafiando al cierzo o un laborioso cálculo de estrategia cinegética, representará más alta conquista y más provechosa dedicación que cien infelices animales derribados con comodidad y sin fatigas»
- «No es la cantidad de capturas lo que forma y ennoblece al cazador, sino la calidad de las mismas»
- «No mates, caza. Porque no es lo mismo matar que cazar. La persecución, el acoso y la muerte de la pieza siempre han exigido del cazador esfuerzo físico y agudeza mental»
Grandes palabras de uno de los mayores referentes del mundo de la caza, adaptables a cualquier modalidad cinegética y sin duda, totalmente necesarias para una práctica ética en la caza de la becada.
¿Por qué esta reflexión sobre la ética en la caza de la becada?
Este año he tenido la fatal oportunidad de ver en Facebook o Twitter, entre otros foros y comunidades cinegéticas, vídeos e imágenes que difícilmente transmiten esa justicia que tanto merece la sorda.
Becadas abatidas en el suelo, sin darles oportunidad de iniciar el vuelo.
Sordas tiroteadas cuando ni siquiera habían llegado los perros a su muestra.
Por no hablar de matanzas al paso y cosas similares.
¿Dónde está el honor de abatir una sorda que se queda enzarzada entre las ramas?.
«No mates, caza. Porque no es lo mismo matar que cazar. La persecución, el acoso y la muerte de la pieza siempre han exigido del cazador esfuerzo físico y agudeza mental»
¿Cuál es la satisfacción de cobrar una pieza con la mano, porque simplemente la vimos pasar por encima nuestro, sin que los perros tuviesen alguna incidencia en su vuelo?.
Algo esencial que debemos entender es que, no es mejor cazador quien más carne introduce al morral, por mucho que después nos esmeremos en enseñar los cupos logrados en redes sociales.
Cosas como éstas, ni dignifican la caza, ni honran al cazador, ni generan una satisfacción real cuando cobramos el ave.
Todos cometemos errores, yo el primero…
Habrá quien piense… ¿Quién es éste tio para dar lecciones?. ¿Nunca ha roto un plato?.
Pues ya me conoces, solo soy un amante de la caza en su versión más ética y si, claro que lo he roto, por supuesto.
En mis primeros años cazando la sorda también cometí el error de tirarle a algún que otro pájaro que se había salido solo o alguna arcea que le costaba salvar las zarzas en las que se cobijaba, pero precisamente por eso, he aprendido…
Me di cuenta que ninguno de esos cobros oportunistas me generaba satisfacción, evolucioné y ahora soy capaz de discernir qué situaciones me «dejan buen cuerpo» y cuáles no.
Como decía al principio, las múltiples batallas con la Dama del Bosque me han enseñado a respetarla y hoy día me da lo mismo volver a casa con una, con tres o incluso de vacío, pues mi único objetivo es llegar contento y con esa sensación de victoria, que solo se consigue jugando limpio y a través de una práctica ética en la caza de la becada.
Piénsalo, verás como tengo razón
Acuérdate de aquella sorda que te lo puso tan complicado y la sensación que te abrazaba, cuando después de tres o cuatro vuelos, los perros fueron capaces de bloquearla y tú de abatirla.
¿No te ilusionaste muchísimo más que si la hubieses cobrado tú mismo con la mano, porque tomó la fatal decisión de cruzar por encima de tu cabeza?
¿Y no es justamente esa motivación la que perseguimos todos los cazadores cuando subimos al monte?.
E incluso, si quieres, hasta nos brinda la oportunidad de contar mejores historias cuando nos encontremos rodeados de nuestros familiares, compañeros y amigos.
Historias con mucha más trama, que el miserable relato de un disparo al aire y un pájaro caído.
Respeta y dignifica la caza, no solo la becada.
Probablemente estas líneas serán mejor interpretadas por aquellos que disfrutamos del esfuerzo de su caza a diario.
A quien no la practica, o a quien solo le dedica unos pocos ratos de forma esporádica, le costará más entenderlo.
O quizás no, de hecho no, pues la ética en la caza de la becada es extensible a cualquier otra modalidad o disciplina cinegética.
Prueba a ponerla en práctica, volverás a casa satisfecho, sin importar el número de piezas abatidas y serás mucho más feliz.
¡Un saludo y al monte!
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Amante de la caza y la naturaleza, enamorado del setter inglés y sordero empedernido. Entre encinas, robles y hayas disfruto de cada instante que me ofrece el monte, alejándome cada vez más del lamentable postureo cinegético.
Estoy muy de acuerdo contigo, no importa cuantas te lleves a casa, importa respetarla, verla volar velozmente hacia el horizonte donde lo tapan los árboles y la maleza, quedarte con ese recuerdo…
Al encontrar la sorda es una partida de ajedrez, el perro, tu y la becada, la estrategia lo mueve todo.
Totalmente Sioux,
El mejor lance es el que verdaderamente te exige el mayor de los esfuerzos, el resto, el que te encuentras, en el que no intervienen los perros, solo es carne y la becada se ha ganado a pulso un respeto mucho mayor.
Muchas gracias por comentar.
¡Un abrazo y al monte!
Exacto,
Gracias ti escribir estos posts en los que por lo menos yo me siento muy identificado.
Un abrazo!
Muchísimas gracias por tus palabras. Son una gran motivación para seguir escribiendo.
¡Un abrazo y al monte!