La becada es un ave muy inteligente y con una gran capacidad de supervivencia, prueba de ello es que no hay muchos predadores capaces de “meterla mano”.
Y si además le concedes el tiempo suficiente para tejer su estrategia de huida, casi puedes dar por hecho que no va a salir a tiro de tu escopeta…
Índice de contenidos
A la becada, como la dejes “pensar”…
Este inicio de temporada está resultando bastante irregular, por no decir malo, al menos en mi tierra y comparándolo con los dos años anteriores, mucho más prolíficos, en los que además no demoraron tanto su visita.
Salvo en Castilla, donde he podido vivir en directo un panorama diferente y más halagüeño, la mayoría de provincias del País aún están soñando con esa entrada fuerte de pájaros que dinamice la tónica general y nos permita disfrutar de una campaña, por lo menos, decente.
Entre tanto, las experiencias y opiniones de unos y otros son similares, y a la escasez de lances, se suma la queja general por el comportamiento esquivo y poco quedón que están ofreciendo las becadas en este arranque de veda.
Pájaros que prácticamente no aguantan la muestra, que peonan más de lo previsto o que directamente se vuelan solos, impidiendo llegar a ellos y complicando resolver esos poquitos encuentros que nos conceden.
La becada es un ave muy inteligente
Mi experiencia en estas primeras jornadas no difiere mucho de la tendencia general, aunque no sé si tengo mucho de lo que quejarme, pues estoy disfrutando enormemente con la evolución de los cachorros y en mayor o menor medida, estoy viendo becadas casi todos los días.
Este fin de semana pasado, sin ir más lejos, me deparó un par de lances de los que hacen afición.
No tuve el acierto de saber cerrarlos con éxito, pero el trabajo de Figo y Crono fue para enmarcar y es que la becada es un ave muy inteligente y cuando la dejas “pensar”…
Pues termina encontrando esa «rama casual» con la que taparse y darte esquinazo.
El primer lance nada más comenzar la jornada
El primero de ellos nos lo encontramos muy prontito, al poco de echar a andar, en una cabecera de encinas bastante querenciosa y que siempre termina dando cobijo a alguna que otra Dama.
Como buenos cachorros, los perros subían muy, muy fuertes, seguramente espoleados por las ganas y la ilusión de una nueva jornada becadera, conmigo detrás, aún diseñando en mi cabeza la estrategia que íbamos a seguir a lo largo de la jornada.
Cuando llegaban casi al final de la finca por la que ascendíamos, Figo se metió a la izquierda, atravesando un estrecho sendero que desemboca en varios hayas que simulan una pequeña península en medio de tanta encina.
Pero antes de culminar el sendero, escuché repicar su beeper, señal inequívoca de que estaba en muestra y de que el “juego” había dado inicio.
En dos patadas me planté detrás suyo y Crono hizo lo propio, respetando el patrón, aunque tratando de acercarse a su hermano con cierta cautela.
En lo que va de temporada no había vivido lances largos, pero este mostraba claros signos de convertirse en el primero, pues pasaban los segundos y allí nos manteníamos estáticos, en tensión, sin mover ficha y a la expectativa de lo que estaba por venir.
Tenía claro que aquella aparente calma iba en nuestra contra, pues la zona no me permitía muchas opciones para mejorar mi postura y la única que podía aprovechar, limitaba drásticamente las posibilidades de tiro.
Además le estábamos concediendo a la becada una oportunidad inigualable de “pensar” y elegir el instante más idóneo para labrar su huída, como así terminó ocurriendo.
Cuando consideró oportuno, levantó el vuelo por detrás de la encina que nos separaba, para cruzar después la braña que habíamos atravesado para ascender hasta allí, pero ya muy lejos del alcance de mi Benelli.
Los cachorros aún más centrados y motivados
La perdí de vista mientras sobrevolaba la sierra en dirección a quien sabe dónde, pues era una zona demasiado limpia y despejada para ella, por lo que lo más probable, es que en algún momento variase la orientación y fuese a posarse en cualquier otro sitio.
Desde luego, perfectamente se la podía haber tragado la tierra, pues aunque hicimos todo lo posible por seguirla y tratar de intuir la ubicación de su nuevo refugio, no fuimos capaces de volver a encontrarla.
Insisto… La becada es un ave muy inteligente.
A Figo y Crono sin embargo, aquel lance les sirvió para reforzar aún más sus ganas de cazar y después de esa rebusca infructuosa, no perdieron ni un ápice de concentración.
Seguimos andando, recorriendo unas zonas y otras en busca de una nueva emanación y aprovechando un paso entre pinos, recordé el lance anterior y recogí dos valiosas piñas para cargarlas en el chaleco.
Segundo lance entre avellanos
En torno a dos horas después, ascendíamos hasta uno de los límites del coto, prácticamente en la zona más alta del mismo.
Cuando hay dos rayitos de sol, como era el caso, solemos encontrar becadas entre aquellos avellanos y en esta ocasión no fue diferente.
Figo se había quedado entretenido más abajo, pero Crono iba delante mío a buen ritmo, revisando con cierta prudencia cada rincón que consideraba interesante, mientras yo, valorando aquella actitud, me iba convenciendo de que algo íbamos a encontrar antes o después.
Salió de los avellanos y recorrió unos metros entre las árgomas, antes de volver a meterse por un pequeño recoveco que permite llegar a dos grandes pinos.
Pero un poco antes de alcanzarlos, mientras lo veía progresar desde el alto de una piedra, se quedó en muestra señalizando una mata de avellanos.
Acudí rápido a su altura, pero sin hacer ruido y me coloqué en uno de sus flancos, desde el que consideré que tendría más opciones para disparar.
Pasaban los segundos y en la lejanía escuchaba el beeper de Figo acercarse, pero rememorando el lance previo y teniendo en cuenta que otra vez la becada disponía de varias escapatorias a su elección, preferí no esperar, no dejarla pensar, de modo que saqué una de las piñas que había recogido anteriormente y la lancé sobre la supuesta ubicación del pájaro.
Su reacción fue inmediata rompiendo a volar con fuerza, aunque esta vez, ofreciéndome unos breves instantes para encarar y percutir el gatillo antes de cubrirse con las ramas de alrededor.
Sin embargo no estuve ágil, quise afianzar demasiado el disparo y para cuando solté el primer cartucho, ya había mucha defensa vegetal entre los dos, la suficiente para errar el tiro.
Una rebusca infructuosa
Se tiró para abajo y otra que se debió tragar la tierra, porque tampoco tuvimos éxito en la rebusca.
Supongo que es uno de los inconvenientes de cazar con cachorros en pleno aprendizaje, pero para eso subimos al monte, para que vayan adquiriendo la experiencia que aún les falta, ¿No?.
En cualquier caso, un fin de semana entretenido que volvió a confirmarme algo que ya sabía y es que la becada es un ave muy inteligente al que no conviene dejar pensar demasiado…
¡Un abrazo y al monte!
Seguro que tienes mucho que aportar y estamos deseando escucharlo, así que te animo a que dejes un comentario en el formulario con tu opinión.
Y si te ha gustado este post sobre la becada es un ave muy inteligente al que no puedes dejar pensar, puedes compartirlo en tus redes sociales desde los botones que encontrarás al final del post.

Amante de la caza y la naturaleza, enamorado del setter inglés y sordero empedernido. Entre encinas, robles y hayas disfruto de cada instante que me ofrece el monte, alejándome cada vez más del lamentable postureo cinegético.