Del tirachinas a la escopeta pasaron muchos años, demasiados seguramente, pero el instinto ya estaba, lo llevaba en la sangre, solo era cuestión de tiempo que despertase.
¡Y al final despertó!
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Más vale tarde que nunca…
Más vale tarde que nunca, decía mi abuela cuando faltaba a alguna de mis tareas y un rato después, a regañadientes, terminaba cumpliendo con mi deber.
Un frase refranera que bien podría titular el libro de mis inicios en la caza, pues del tirachinas a la escopeta, pasaron la friolera de 26 años.
Sin embargo, el instinto, aunque parcialmente adormilado durante ese tiempo, permaneció impasible, intacto y a la espera de ser puesto en liza.
Hasta que un día cualquiera, un setter, un bello y accidentado paisaje de encinas y un simple lance con la enigmática becada, evocaron el reflejo de lo que llevaba dentro y me impulsaron a conocer un mundo por el que hoy siento pasión y respeto a partes iguales.
Fue ese instante, ese ímpetu de madurez, lo que me permitió comprender que, cuando guardas algo en tu interior, antes o después termina apoderándose de ti y modificando las directrices de tu vida.
Más vale tarde que nunca, reflexiono desde entonces, pues aunque no podemos tener nostalgia de aquello que no hemos llegado a conocer, cierto es que hay sensaciones en la vida que bien merece la pena descubrir.
Antes de la caza, fue la pesca
Mucho menos tardó en destaparse mi afición por la pesca, quizás como preludio de lo que estaba por llegar.
Pues del mismo modo que hoy me rindo a los paisajes naturales de la montaña cántabra, con poco más de 10 años ya sabía valorar la belleza de los salvajes acantilados de mis costas, rincones pescadores, de extrema bravura, que te muestran la verdadera esencia de ese otro arte que es la pesca.
En ellos aprendí las querencias del jargo, los voraces secretos de la lubina y el buen sabor que deja en el paladar una breca recién pescada con tus propias manos.
Pero supongo que me faltaba algo. Esa otra fracción que debía complementarme, tan elemental, como ancestral, pues acompaña nuestros orígenes.
La caza forma parte de nuestra naturaleza
El instinto existe, es algo natural, forma parte de nosotros y nadie puede escabullirse de sus síntomas e impulsos.
Quizás haya quien logre mitigarlo, alejarlo e incluso adormecerlo hasta dejar de percibir su existencia, pero tengo la sensación de que vivirá en permanente conflicto y además se estará traicionando a sí mismo.
El mío lo descubrí muy pronto, aunque me llevase algo más de tiempo liberarlo en su plenitud.
Pero como decía al principio de estas líneas…
Más vale tarde que nunca.
¡Un abrazo y al monte!
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Amante de la caza y la naturaleza, enamorado del setter inglés y sordero empedernido. Entre encinas, robles y hayas disfruto de cada instante que me ofrece el monte, alejándome cada vez más del lamentable postureo cinegético.
Tengo 47 años, llevo saliendo al campo ,….no lo se….., siempre. Acabo de leer tu artículo «más vale tarde que nunca», y me ha hecho pensar…..
Tengo una niña de tres años y tal y como van las cosas en la caza menor, no se si ya será tarde para en señarle lo que ha significado para mi, me da mucha pena (quizá rabía) que y ya sea nunca, nunca para mostarle el preparar la canana y los cartuchos y el bocadillo la noche antés de la apertura de la de codorniz, con el estómago encogido por los nervios, que después de más de cuarenta años tras las codornices siguen ahí, como el primer día. Sin apenas dormir y esperando que suene el despertador, desayunar, ponerme las botas y al campo a ver amanecer sobre las hileras de paja de los rastrojonos y ese olor de mañana….NOSTALGIA.
Hoy 9 de Julio de 2020, esperando el día 15 de Agosto sin apenas ilusión, las hileras de paja no estarán, las cosechadoras y empacadoras ya habrán hecho trabajo y cobrado su tributo…. , campo arrasado y triste…., no voy a dar mi opinión sobre el tipo de agricultura actual, creo que no es necesario.
Me gustaría saber como puedo enseñarle a mi hija, dentro de un par de años, que es una codorniz si ya no paran por aquí, en una foto!!!!, .ME NIEGO A ESO!!!.
Ojala los cazadores, pero los de corazón, los que sienten, despertemos de este letargo y nos unamos, les demos un tirón de orejas a los que nos dirigen, si no esto se acaba, pero se acaba de verdad, y no me refiero a las codornices, si no peleamos por nuestra libertad, nos quitarán la ilusión y entonces todo dará ya igual. NO QUIERO ESO PARA MI HIJA.
Perdona por mi forma de expresarme, no se si es la más adecuada, pero espero que me entiendas.
Gracias por tu tiempo.
Hola Alberto,
No veas cómo te entiendo y cuánto de cierto tienen tus líneas, más allá de lo tristes que resultan, precisamente por la realidad que entrañan.
La tarea es complicada, pero soy de los positivos y aunque será imposible volver a ciertas cosas, estoy seguro de que más antes que después, terminaremos entendiendo lo necesario que es caminar juntos para defender y mejorar nuestra pasión.
Muchas gracias por comentar,
¡Un abrazo y al monte!
Gracias a ti por contestarme, te aseguro que saldre al campo, aunque este año me toca solamente pasear junto a mi padre, que con 76 años me acompaña aún, antes le acompañaba yo….je,je!!, nuestra perra murió el 19 de Marzo, con casi 16 años,…. que tía!!!!… , el año pasado nos alegro alguna mañana con su trabajo, lento pero seguro…, y sin perro, salir de caza, no,no… Ya me entiendes.
Saluda a Mikel, de Grupo Serbal, se de Cuaderno de caza por sus videos. Ah!!!, y dile, si no te importa, de mi parte que el perro que más me gusta es el que llama «cabezón», que lo cace a el solo, aunque le» joda», perdón por la expresión, dejar a la DARKY y a la ESPE descansando una mañana.
Gracias, de nuevo y un abrazo para ti.
Descuida Alberto, le saludo de tu parte.
A ver si llega pronto la Media Veda y podemos disfrutar un poco con los canes, que falta hace.
¡Un abrazo!