Si hace unas pocas semanas hablaba de mujeres cazadoras, ponderando su gran afición y proactividad en favor de nuestra afición… ¿Cómo no voy a hablar de la mía?.
Porque ser cazador poco tiene que ver con disponer de licencia o portar escopeta, ser cazador es algo que va en el carácter, en la forma de ser y entender la vida, en el respeto y la pasión que muestras hacia el entorno y los animales, en cómo vives tus experiencias en el monte…
Aunque tu herramienta principal sea una cámara o una simple vara de avellano sobre la que apoyarte.
Y mi mujer cumple sobradamente con todas esas premisas, porque vive la caza con la misma intensidad que lo hago yo, de modo que, con todos los honores, debo incluirla en el gremio de las mujeres cazadoras.
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Hablando de mujeres cazadoras… ¡Vamos con la mía!
Amigos desde muy jóvenes y novios antes de pasar por el altar hace casi 10 años, siempre hemos sido uña y carne, buenos cómplices y en esto de la caza, mi mejor confidente.
La primera a quien llamo, nada más finalizar la jornada, cuando no he podido disfrutarla en su compañía.
Con quien comparto mis planes e ideas para la siguiente.
Quien escucha de buen tono mis desahogos en los momentos bajos.
Y la misma que me contagia su ilusión y pone todo de su parte para que se cumplan mis sueños cinegéticos, por más complejos que puedan llegar a ser en ocasiones.
Nos bautizamos a la vez en la caza
Empezamos juntos en esto de la caza, experimentando, descubriendo, viviéndolo con idéntica ilusión, con la misma entrega y energía, compartiendo madrugones, largas distancias y muchas horas de monte y campo.
Yo con escopeta, ella con su sonrisa y buen humor, que a menudo es la mejor medicina para sobrevivir a esa jornada errática en la que los planes no salen tan bien como esperabas.
Reconozco que al principio me equivoqué, pensé que la caza sería demasiado exigente para ella y no quise que me acompañara, pero como siempre me sorprendió y enseguida aprendí que cualquiera la deja atrás, pues es de raza, de pura cepa y tan dura como el que más.
Desde entonces, siempre que podemos, buscamos la forma de encontrarnos el uno al otro y escaparnos al monte, con la única compañía de nuestros setters, a experimentar esa innegable sensación de libertad que te sobrecoge cada vez que lo visitas.
Bien sea en las llanuras de cereal de Castilla o en los accidentados encinares de Cantabria.
Y cuando no está, cuando no puede venir, independientemente de quien tenga alrededor, siempre termino notando su vacío.
Mis perros, sus perros… ¡Nuestros perros!
Al principio eran mis perros, mis setters, pero ya hace tiempo que la custodia es compartida, pues sin exigir el título jerárquico, su dedicación hacia ellos es tan grande como la mía.
En las buenas y en las malas.
Cuando están sanos y también cuando están enfermos.
Y ellos, que saben valorar a quien bien les quiere, no dudan en premiarla con su fidelidad y cariño.
Para mí, la primera entre las mujeres cazadoras
Aquel post que citaba al principio sobre las mujeres cazadoras, aunque muy del gusto de muchos, también causó sus estragos, quizás en quien lo interpretó como un listado y se vio excluida, cuando en realidad, no era más que un sincero homenaje, pues de haber querido hacer un ranking, ella, mi mujer, qué duda cabe, ocuparía el primer puesto.
Pues por esfuerzo, ilusión, dedicación, paciencia, compromiso, empatía , entre otras muchas razones, no hay quién pueda poner en tela de juicio esa posición.
Entre tanto, cómo no, seguiremos disfrutando el uno del otro, haciendo más amenos esos largos viajes, compartiendo madrugones, experiencias y jornadas de caza, momentos mejores y peores, aciertos y fracasos, porque es nuestra condición, la mía y también la suya.
¡Un abrazo y al monte!
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Amante de la caza y la naturaleza, enamorado del setter inglés y sordero empedernido. Entre encinas, robles y hayas disfruto de cada instante que me ofrece el monte, alejándome cada vez más del lamentable postureo cinegético.
Gran entrada macho, sino fuera por ellas solo seríamos la mitad de nosotros mismos.
Un abrazaco de Lobo.
Muchas gracias Lobaco. ¡Un abrazo!
te felicito por esa gran mujer que tienes es una gran bendición que cuentes con ella es muy gratificante cuando nuestras esposas comparten nuestra mismo amor por una actividad mas aun si es la caza que es muy exigente
Asi es Leomar, compartimos muchas cosas y esta es una de ellas, lo que nos permite disfrutar de buenos momentos juntos. ¡Un lujazo!
Un abrazo y gracias por comentar.
Entrado por aquí buscando mujeres con esta afición, ya que mis amigas dicen que esto es solo de hombres, para hacerme sentir mal, yo comparto esta aficcion desde hace poco, pero es algo que solo entiendes cuando lo vives,no es lo que pintan en la televisión, es una forma de vida, y todo lo que has escrito e tu blog lo he vivido y sentido, enhorabuena por este espacio dirigido hacia nosotras.
Hola Nebubita!!
Me alegro de que seas cazadora, porque en ningún caso es una actividad de exclusiva para hombres, al contrario, la vive todo aquel que la entiende y la disfruta quien es capaz de valorar las enormes satisfacciones que nos reporta, sin atender a un género u otro.
¡Un abrazo y al monte!