Tiempo atrás te contaba ilusionado como Figo y Crono, dos setters recién nacidos, se incorporaban a la familia con la mejor de las perspectivas. Año y medio después, casi sin darme cuenta, se han convertido en dos perros cazadores con todas las letras, dejando atrás ese cartel de potenciales y haciéndome disfrutar de cada minuto que compartimos en el monte.
Y qué impresionante ha sido acompañar su evolución hasta llegar a ser lo que son…
¡Pura ilusión!
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De cachorros a perros cazadores en un instante
Me has escuchado decir que pocas cosas me generan tanta ilusión en la caza como ver crecer y evolucionar a dos cazadores en ciernes.
El entrenamiento diario, los primeros encuentros con la caza, el momento en que empiezan a despuntar, esa muestra que te sorprende, aquel lance que no esperabas, su creciente afición, cuando afianzan el cobro…
Y principalmente, esa complicidad progresiva que da paso a un binomio inquebrantable, tan necesario en nuestro día a día, como en cualquier jornada venatoria.
Pequeños detalles seguramente que se van sucediendo con el paso del tiempo, pero que solo cuando eres capaz de ponerlos en perspectiva, te das cuenta de la realidad y es que un instante cualquiera dejaron de ser cachorros para convertirse en eso que esperabas con tanto anhelo: perros cazadores.
¿Cómo se convirtieron en perros de caza?
Hablar de Figo y Crono hoy en día es hacerlo de dos buenos perros cazadores que han seguido una evolución progresiva hasta convertirse en toda una garantía en el monte a pesar de su corta edad.
Sin pócimas secretas ni fabulosos sistemas de adiestramiento canino.
Tan solo les he concedido aquello que estaba en mi mano: Dedicación, paciencia, confianza, mucho campo y caza.
Una receta que siempre me ha funcionado bien, especialmente, con cachorros que atesoran un potencial tan excelso como el suyo.
Cazar con ellos en solitario y sacrificar la percha fue clave
Ya en la propia Media Veda decidí ofrecerles toda mi confianza y sacarles en solitario, lo que a la postre resultó un tremendo acierto.
Recuerdo perfectamente las veintitantas codornices que atropelló Figo en la desveda, hasta que decidió bloquear la primera.
O la primera semana de Crono, saltando por los rastrojos a la captura de mariposas, echando una codorniz tras otra sin pararse a mostrarlas o corriendo de aquí para allá sin ton ni son.
Momentos frustrantes quizás, pero propios de su etapa formativa y aunque tuve que sacrificar lo que podría haber sido una percha muy prolífica, preferí concederles cada una de esas experiencias porque era consciente de que serían determinantes para su explosión, como así fue.
Gracias a eso, el 12 de Octubre arranqué la general en compañía de dos cachorros, si, pero dos cachorros que ya habían disfrutado de numerosas experiencias propias con la caza.
Con las becadas, mismo modelo
De haber disfrutado de una temporada becadera más regular, quizás los tiempos de evolución se hubiesen acortado, pero no me puedo quejar a tenor del resultado final.
En las primeras jornadas más de lo mismo, errores propios del aprendizaje con una especie que desconocían hasta ese momento.
Algún atropello, sordas que no mostraban, otras que aún llegando a bloquearlas, las apretaban demasiado y se salían rápido…
Y ante todas estas situaciones, mucha paciencia y la escopeta quietecita, que aporta bien poco cuando el oficio no se desarrolla como corresponde.
Hasta que poco a poco le fueron cogiendo el tino, ganando en experiencias lance tras lance y a pesar de que estos no fueron especialmente numerosos, parece que si fueron suficientes.
Incluso en este último tramo de veda, algo más entretenido que los primeros meses de la temporada, me han regalado alguna que otra jornada épica, impropia de su juventud, mediante la que han obtenido ese merecido título de perros cazadores.
Cazar en distintos entornos les benefició
Como te conté hace unos días, este año he podido viajar algo más y cazar becadas en distintas entornos y acotados.
Esto me ha venido fenomenal a mí, pues poco tienen que ver las encinas de un lado, con los robles de otro.
Pero el beneficio principal recayó en los propios cachorros, que han tenido la ocasión de «hacerse» negociando obstáculos y situaciones de lo más variopintas.
Sin contar la grata experiencia que supuso subir a Burgos a cazar la perdiz.
Disfrutar de todos aquellos encuentros con las patirrojas fue un master acelerado que impulsó aún más sus capacidades.
De perros cazadores a especialistas becaderos
Pero no quiero dejarme llevar por la pasión y soy consciente de que aún les queda mucho camino por recorrer.
El salto de perros cazadores a especialistas becaderos es largo y como decía un amigo hace poco, cuando has tenido un verdadero perro de sordas, ese que te las encuentra donde no las hay, el mismo que es capaz de servirte a placer las becadas más complejas y escurridizas, entiendes a la perfección la diferencia entre una cosa y la otra.
Pero es clave no exigirles más de lo que, por su juventud, te pueden ofrecer y aunque Figo y Crono son dos cachorros muy precoces, tienen mucho tiempo y experiencias por delante para culminar su cenit venatorio y convertirse en dos excelentes perros cazadores de becada.
Entre medias, yo seguiré disfrutando del enorme privilegio de acompañarles en el camino.
¡Un abrazo y al monte!
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Amante de la caza y la naturaleza, enamorado del setter inglés y sordero empedernido. Entre encinas, robles y hayas disfruto de cada instante que me ofrece el monte, alejándome cada vez más del lamentable postureo cinegético.