Ya se empieza a percibir ese aroma a codorniz, a Media Veda que se acerca, a rastrojos, acequias y lombíos, tiempo de perros y cazadores.
Se empieza a vislumbrar el inicio de una flamante campaña codornicera y con ella, emerge de nuevo el protagonismo de esos canes especialistas, tan esenciales en nuestra vida cotidiana, como importantes en cada una de nuestras jornadas cinegéticas.
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Aroma de codorniz, tiempo de perros y cazadores
Vuelve el tiempo de setters, pointers, bracos, bretones y un largo etcétera de razas caninas que arrojan luz a nuestras experiencias venatorias.
Llega la hora de que cazador y perro reverdezcan la lumbre de ese binomio cómplice, tan difícil de plasmar en palabras, como sencillo de sentir en pleno monte, cuando acompañando sus pasos, giramos la cabeza y lo vemos a él, concentrado en su instinto de búsqueda, salvando los exigentes rigores que nos impone el campo a base de raza y tesón, sin prestar atención al cansancio o las heridas que ello le genere, porque se entremezcla nuestra pasión con la suya, aunando esfuerzos en la persecución de un objetivo y solo el logro de alcanzarlo, sosiega el esfuerzo, mitiga el dolor y sirve de recompensa.
Qué difícil olvidar esos instantes en que, compartiendo los latidos del perro en muestra, nos confabulamos en volver sobre nuestros instintos más originales y primitivos, permaneciendo tensos y expectantes ante lo que ha de ocurrir, aquello para lo que él ha nacido y que nosotros nos empeñamos en respetar.
Momentos y lances que se tornan especiales
Momentos y lances especiales, que se obstinan en permanecer en nuestra memoria, bien alojados en nuestro morral de recuerdos, porque continuamente nos llevan a él, hacia ese compañero noble y fiel, que vela por nuestro bienestar en la misma media que nosotros procuramos el suyo, como solo hacen los mejores amigos.
Porque sufrimos y disfrutamos juntos, lamentando errores y celebrando aciertos, gracias a esa comunión que nos une, en la que ni cabe el tú, ni cabe el yo, ni existen responsabilidades individuales, solo hay espacio para el nosotros.
Un nosotros forjado en una relación de confianza, de absoluto privilegio, que nuevamente se vuelve a poner en liza para acechar codornices, becadas, perdices o cualesquiera que sea la excusa que nos permita volver al monte y afrontar juntos las jornadas más exigentes, ansiando revivir esas experiencias irrepetibles que tanto nos complacen y que solo disfrutamos cuando estamos el uno al lado del otro.
Degustando buenos momentos de libertad compartida, alejados de ataduras, correas y conflictos, tan escasos como intensos, al amparo de la madre naturaleza y en plena comunión con ella.
Perros y cazadores, lazos inquebrantables
Llegó el momento de volver a disfrutar de todo eso, desde la sin razón, apurando cada uno de los instantes que nos concede la menor, deseando que se tornen tan especiales como los de antaño, volviendo a ser lo que siempre fuimos, cazador y perro, pues en este noble arte que es la caza, tanto protagonismo desprende el uno, como el otro.
¡Un abrazo y al monte!
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Amante de la caza y la naturaleza, enamorado del setter inglés y sordero empedernido. Entre encinas, robles y hayas disfruto de cada instante que me ofrece el monte, alejándome cada vez más del lamentable postureo cinegético.
Me has tocado la fibra Álvaro, ya que para mi esta va a ser una temporada tan deseada como las anteriores pero mucho más triste, al no poder contar con la compañía de Fox con la que conté las 12 últimas.
Te entiendo perfectamente Iñaqui.
En este último año me ha tocado dejar en casa muchas veces a Zar y le he echado muchísimo en falta, aunque al menos en mí caso y de momento, puedo seguir compartiendo cosas con él cuando vuelvo.
Quédate con los muchos y buenos momentos que seguro que has vivido con Fox, que al final es lo importante.
¡Un abrazo y al monte!