Decía Karina, en su famosa canción, que cualquier tiempo pasado nos parece mejor y es cierto, o al menos a mí me ocurre, que revisando estos recuerdos de la Media Veda 2011 me entra cierta nostalgia, una extraña melancolía incluso, quizá porque el ser humano tiende a idealizar épocas anteriores, quizá porque de nuestra historia, siempre nos gusta quedarnos con los mejores momentos.
En realidad no han pasado tantos años, siete mal contados, pero al ojear cada una de las fotos tengo la sensación de proyectarme mucho más allá, como si el rápido caminar del tiempo hubiese hecho un alto para descansar.
De igual forma, estos recuerdos de la Media Veda 2011 me invitan a rememorar días de ilusión, los primeros tras las codornices con mis setters Zar y Nika en Báscones de Ojeda.
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Recuerdos de la Media Veda 2011
Por aquel entonces, aún no habían nacido mis hijas, asi que mi mujer vivía con la misma complicidad, emoción y nerviosismo que yo los días previos a la apertura.
Después de valorar distintos cotos, había cogido una tarjeta en Báscones de Ojeda, del que más adelante os hablaré, e incluso habíamos logrado alquilar una casa en el mismo pueblo, de modo que un par de días antes, “cargados como portugueses” pusimos rumbo a Castilla dispuestos a disfrutar de las primeras experiencias en la caza de codorniz.
La casa era una antigua construcción, típica de la zona, muy parca en comodidades, pero con un patio interior bastante grande, idóneo para los perros.
Una vez instalados, no tardamos en coger a los perros e ir a reconocer el coto
Una gran temporada de codorniz
Se trataba de una nueva experiencia que mis setters y yo (con mi mujer de morralera) íbamos a descubrir juntos y, por fortuna, aprovechamos la oportunidad al máximo.
Aquel año, a diferencia de otras zonas de gran tradición codornicera, como el norte de Burgos, el coto de Báscones de Ojeda presentaba una densidad de pájaros muy buena, lo que nos permitió ponernos a tono en pocos días y disfrutar de las africanas jornada tras jornada, hasta los últimos días de veda.
Al final de la temporada, no es que mis setters se hubiesen convertido en grandes especialistas, porque nunca lo han sido, pero desde luego, volvieron a casa con un Máster acelerado en caza de codorniz.
Coto de Báscones de Ojeda
Quizás por el ser el escenario de nuestro debut codornicero, quizás por lo bien que nos acogieron en el pueblo, lo cierto es que, entre los muchos recuerdos de la Media Veda 2011, el Coto de Báscones de Ojeda ocupa un lugar de privilegio.
Con unas 2.400 hectáreas de tierras, en las que predomina el centeno, tiene dos vegas bastante hermosas y varios páramos.
Se trata de un coto con bastante agua, en el que todavía queda perdiz salvaje, además de codorniz, torcaz, corzo, jabalí…
Incluso algo de becada en invierno, a pesar de que su orografía y cubierta vegetal no invita a la querencia de este tipo de especie.
Cacé en Báscones de Ojeda aquella temporada y las dos siguientes.
Tiempo suficiente para conocer el coto en profundidad, entender sus secretos y lograr extraer el máximo rendimiento de un acotado algo especial, pues no necesariamente, la primera semana de veda era la mejor en cuanto a densidad de codornices.

Amante de la caza y la naturaleza, enamorado del setter inglés y sordero empedernido. Entre encinas, robles y hayas disfruto de cada instante que me ofrece el monte, alejándome cada vez más del lamentable postureo cinegético.