Volver la vista atrás en el tiempo nos permite observar los acontecimientos desde el capricho de nuestra memoria, a menudo obstinada en preservar lo positivo, por encima de lo negativo. Algo de esto, quizás, me ocurre con aquella Media Veda 2012 de la que hoy entresaco algunas instantáneas para evadirme recordándolas, entre tanto las comparto contigo.
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Recuerdos de la Media Veda 2012
En realidad no han pasado tantos años, ocho mal contados, pero al ojear cada una de las imágenes tengo la sensación de proyectarme mucho más allá, como si el rápido caminar del tiempo hubiese hecho un alto para descansar.
Era mi segunda temporada en Báscones de Ojeda, un cazadero del norte de Palencia que había descubierto y probado el año anterior, con más o menos éxito.
Y a mi lado, como siempre, dos setters que ya atesoraban cierta experiencia con las africanas, mi ojito derecho, Zar y su hermana Nika, una pelirroja muy cabezona que hoy ya no está con nosotros.
Sin olvidarme, claro, de mi mujer, que por aquel entonces ya se había acostumbrado a madrugar tanto como yo y disfrutaba de su compañía en aquellas largas y exigentes jornadas por los rastrojos de Castilla.
Una Media Veda 2012 pobre, pero ilusionante en experiencias
Lo cierto es que aquella Media Veda 2012 fue muy pobre en codornices, pero tampoco ansiaba grandes perchas, del mismo modo que no las ambiciono hoy.
Mi ilusión se sustentaba en los pequeños detalles que nos ofrecía cada mañana de campo, alrededor de esos perros aprendices, derrochadores de afición, degustando a su lado los pocos lances que nos encontrábamos y parándonos a saborear cada reducto de éxito, cuando lográbamos resolver alguno de ellos con acierto.
Íbamos aprendiendo sobre la marcha y anotando mentalmente cada nuevo conocimiento.
Si hacía viento las codornices estaban aquí, pero si había rociado las encontrábamos allá, un comportamiento en la desveda, otro diferente pasados los primeros días, unas veces escondidas en el rastrojo, otras en las acequias e incluso descubríamos algunas ocultas entre los pinos…
¿Y por qué ese comportamiento?… Debíamos aprender a entenderlo y esto era lo que más me emocionaba.
Cazador de vega…
Aquella Media Veda 2012, como la anterior, me la pasé alrededor de las vegas.
Hoy no me gustan y casi reniego de esas sucias y pronunciadas acequias, repletas de zarzas y maleza, que complican tanto el acceso, como el cobro de las piezas abatidas.
Pero por aquel entonces me gustaban, quizás por ser menos competitivas, quizás por disponer en abundancia del necesario recurso del agua o quizás porque siempre fueron muy prolíficas en pájaros.
Quién sabe, pero allí acudía insistentemente, unas veces a la vega del pueblo, otras a la que colindaba con Revilla de Collazos y casi siempre en soledad, aislado de escopetas cercanas, lo que para mí suponía un gran valor añadido.
Y en mayor o menor medida, con frecuencia me ofrecían lo que iba a buscar.
Unas veces entre las avenas, otras en el trigal, de vez en cuando al lado de los girasoles e incluso alguna sacamos de entre las patatas.
Pero siempre había unos pocos lances esperándonos.
Más codornices en Septiembre que en Agosto
Revisando mis notas y apuntes me doy cuenta de lo extraña que fue aquella Media Veda 2012.
5 codornices me colgué en la desveda, las mismas que llevé para casa en la jornada de cierre.
Lo cierto es que era un cazadero un tanto especial o eso me decían los más antiguos del lugar: «No te fíes Álvaro que aquí se mueven mucho las codornices y las que no ves en Agosto, perfectamente las puedes encontrar en Septiembre».
Y al menos aquel año se cumplió la profecía, sin grandes alardes, eso si, pues no fue ni de lejos la mejor campaña que recuerdo, pero la baja densidad de pájaros que encontramos en las primeras jornadas, aumentó sensiblemente a medida que avanzaba Septiembre.
De modo que, o bien es cierto que se movían o quizás nosotros íbamos espabilando, que también es posible.
Vídeo de la Media Veda 2012
Navegando por mi canal de Youtube he encontrado un par de humildes vídeos de aquella Media Veda 2012 en Báscones de Ojeda.
Este primero es de Nika, a muestra de una codorniz que posteriormente resultó ser un pollete al que, lógicamente, indultamos.
Segundo vídeo de la Media Veda 2012
Este segundo vídeo me gusta por el bello trabajo de Zar y Nika, aunque finalmente no pudimos hacer volar a la escurridiza codorniz que había dejado su emanación.
Quién sabe, quizás se había escapado antes de llegar o quizás pasó inadvertida como tantas otras, aplastada en el rastrojo para salvaguardar su vida.
Nunca lo sabremos…
La anécdota de las 4 cajas de cartuchos
Como anécdota, recuerdo un día entre semana, finalizada ya la jornada matinal, sentado con mi mujer en la terraza del bar del pueblo, alrededor de un buen par de refrescantes vermouths.
Mientras charlábamos, llegaron dos cazadores.
Parecían tan exhaustos como emocionados y después de «identificarme» y curiosear sobre los resultados de mi jornada, se apresuraron a explicar la suya ante la atenta mirada de los vecinos presentes.
4 cajas de cartuchos habían quemado en un momento… – Relataban mientras se les escapaban las palabras a borbotones.
No daban crédito a lo que habían visto… ¡Algo impresionante!.
Tal fue la aventura que se habían quedado sin cartuchos y marchaban urgentemente a Cervera a comprar más para la tarde…
Mi mujer y yo nos mirábamos con cierta incredulidad, quizás pensando lo mucho que nos quedaba por aprender, pues esa misma mañana no habíamos levantado más de 5 codornices.
En esas me dio por preguntarles dónde habían volado aquella ingente cantidad de pájaros, pues no se había escuchado ningún tiroteo de ese calibre y respondieron al unísono, uno citando el puesto 2, mientras el otro pronunciaba el número 5…
Tal cual apuraron sus consumiciones y se marcharon.
Y mientras yo trataba de dilucidar qué porcentaje de certeza había en sus palabras, Artemio, un amigo y vecino de Báscones, debió leer mis pensamientos, se acercó por detrás, posó su mano sobre mi espalda y me dijo: «Descuida, esos dos lo deben haber soñado, porque se han pasado la mañana al lado de donde tengo las abejas y no les he escuchado ni respirar…»
Nos echamos a reír y pensamos… «Cosas de cazadores».
Al año siguiente repetimos en Báscones de Ojeda
Estábamos muy cómodos en aquel pueblo y poco a poco nos íbamos familiarizando con cada uno de los recovecos del acotado, por lo que al año siguiente, renovamos en Báscones.
Fue el tercero y último, quizás porque Alfonso, presidente del coto en aquella etapa, también decidió dejarlo.
Después cambié a Tabanera de Valdavia, pero todo esto ya te lo iré contando más adelante.
¡Un abrazo y al monte!
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Amante de la caza y la naturaleza, enamorado del setter inglés y sordero empedernido. Entre encinas, robles y hayas disfruto de cada instante que me ofrece el monte, alejándome cada vez más del lamentable postureo cinegético.