Cómo ha cambiado la imagen de la caza, pero en nuestras manos está revertir una negativa percepción social que en nada nos beneficia.
Tan solo debemos superar ese enorme déficit de comunicación que hoy nos debilita y volver a sembrar en la sociedad la semilla de un arte como es el venatorio.
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Superando déficits la caza podrá mirar al futuro
Durante décadas fuimos héroes.
Nobles y gentiles hombres, bien reconocidos en sus pueblos por llenar sus despensas y las de muchos allegados.
Una era de objetivos humildes y abundancia cinegética, en la que no se cuestionaba ni el modo, ni el fin, ni el cómo, ni el dónde.
Pero aquellos tiempos quedaron atrás, muy atrás, tan alejados, que se han transformado en el susurro de un simple recuerdo que probablemente nunca retornará.
Quizás podríamos analizar cómo ha evolucionado el pensamiento crítico de la sociedad para entender ese descenso de estatus social, pero solo obtendríamos respuestas consabidas que en poco o nada alterarían nuestra condición.
Por ello, quizás, merece la pena redirigir nuestros esfuerzos hacia propósitos más ineludibles, sustanciales para la prosperidad de este noble arte que es la caza, empezando por superar el déficit de comunicación que nos acompaña desde hace tanto y aprendiendo a transmitir los verdaderos valores que razonan la venatoria.
Pues el refuerzo social de antaño se ha ido diluyendo hasta convertirse en una afilada espada de Damocles que oscila peligrosamente sobre nuestras cabezas.
La imagen de la caza alineada con el respeto, la sostenibilidad, el aprovechamiento…
Nada ha cambiado en realidad, seguimos caminando del lado de la naturaleza, guiados hacia su conservación, ensalzando el máximo respeto por el entorno y las especies que lo habitan, abrazando conceptos de sostenibilidad o aprovechamiento, tan naturales y necesarios como la vida o la muerte.
Solo que hoy nos toca explicar el proceso, además del fin, en parte, por satisfacer el sentimiento crítico de esa sociedad que nos tiene pendientes de juicio, pero también en el objetivo de evitar una lenta e inexorable muerte, sino somos capaces de revitalizar el necesario relevo generacional que hoy brilla por su ausencia.
No nos quedemos en el fin, transmitamos el proceso…
Qué agradable sería que nos acompañasen en una exigente jornada de monte y probasen por ellos mismos las mieles de una escapada venatoria, pues tantos son los alicientes, que no dejarían cabida a crítica alguna e incluso es posible que sumásemos nuevos adeptos.
Sin embargo, por difícil e imposible, resulta pretencioso, de modo que lo más sencillo es contárselo, pero sin quedarse en el reto, en la dificultad, en la tensión del lance, en la digna batalla con la presa o en el noble aprovechamiento final de su carne.
Deben conocer mucho más que la fortaleza inquebrantable de ese binomio fiel que alcanzamos con nuestros perros.
Tampoco nos limitemos a transmitir el gran impacto que causamos en la economía rural o la enorme cohesión social que genera la caza en un mundo vaciado, que hoy adolece de buenos relatos que compartir.
No les servirá con evidenciar públicamente nuestro mayor rechazo y repulsión hacia ese furtivo que daña aquello que tanto amamos.
Empecemos poniendo en valor aquello que ya nos une, el respeto por el medio, por las especies y la ambición por salvaguardar su bienestar, tareas que nos emplean todo el año y que en ningún caso se ciñen a unos pocos meses de veda.
Empecemos por ahí y pasemos después a ilustrar el resto, pues el que no ve, es como el que no sabe y hoy, en esta nueva etapa, alejados de la heroicidad del pasado, la razón no puede sucumbir al desconocimiento y solo a través de la comunicación, volveremos a disfrutar de aquellas agradables alabanzas.
Está en nuestra mano, tenemos mucho que contar, solo tenemos que proponérnoslo.
¡Un abrazo y al monte!
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Este artículo lo publiqué en Abril de 2020 en Cazaworld.

Amante de la caza y la naturaleza, enamorado del setter inglés y sordero empedernido. Entre encinas, robles y hayas disfruto de cada instante que me ofrece el monte, alejándome cada vez más del lamentable postureo cinegético.
¡Cuánto nos queda a los cazadores por hacer! y ¡Cuánto por dejar de hacer!
Dudo que hoy día tengamos capacidad para conseguir ambas cosas (lo siento, me he levantado pesimista, después de leer la noticia sobre los Parques Nacionales)
Buenos días Iñaqui,
Todo pasa por un cambio de mentalidad, que en algunos aspectos, ya se ha iniciado, pero es cierto que aún mantenemos rémoras que no generan nada positivo.
En cualquier caso, de nosotros depende…
¡Un abrazo artista!