En la caza, como en todos los ámbitos de la vida, siempre hubo quien dejó a un lado cualquier atisbo de honestidad, para intentar extraer el máximo rédito económico de su explotación venatoria. Es el caso de algunos gestores de cotos o timadores cinegéticos, como yo les llamo.
Personajes con una excelsa facilidad para camuflar sus lucrativos fines entre anuncios que te sonarán muy familiares, como… «Excelente coto de caza menor, en zona muy codornicera de Castilla y León…». «Maravilloso coto de codorniz, pocas escopetas, mucho trigo y agua, bastante becada, zorzal, perdiz y lo que haga falta…».
Y luego, cuando llega la fecha señalada y nos disponemos a salir al lado de nuestros perros, pagamos nuestra frustración quejándonos de la escasez de caza, cuando en realidad, con demasiada frecuencia, lo que sobran son tantas escopetas alrededor, como billetes en el bolsillo de esos timadores cinegéticos.
Sigue leyendo, te contaré una pequeña historia real, al hilo de la introducción y si me lo permites, te daré algunos consejos para no equivocarte demasiado a la hora de elegir un coto de caza.
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Pensemos… ¿Falta caza o sobran escopetas?
Hemos llegado a un punto en el que acertar a la hora de elegir un nuevo coto de caza, presenta las mismas dificultades que abatir una perdiz en el primer levante de la mañana, si no más…
Cuántas veces vamos con toda la ilusión y hacemos un gran esfuerzo pagando un buen dinero para entrar en un nuevo coto y finalmente terminamos paseando la escopeta y aburriendo a nuestros perros por la falta de caza.
Y digo por falta de caza pues, casi siempre, es la excusa a la que nos aferramos para justificar el estrepitoso fracaso.
Y como a nadie se le escapa que ciertas especies de la Caza Menor están lejos de atravesar su etapa más próspera, pues hasta puede resultar lógico ese razonamiento.
Ahora bien… ¿En cuántas de esas ocasiones el problema radica en el exceso de escopetas y no en la falta de caza?.
Porque no es lo mismo repartir 2.000 codornices entre 50, que entre 25…
Ya te contesto yo, en muchas…
Y además te voy a poner un ejemplo real basado en una experiencia personal.
Cómo me timaron al elegir un coto de caza
Hace unos 6 ó 7 años decidí cambiar de coto para la codorniz y a través de unos amigos que cazaban relativamente cerca, pude contactar con el presidente del nuevo cazadero y coger una tarjeta allí.
Vaya por delante que el engaño no fue tanto, pues estos amigos ya me habían puesto en antecedentes, pero igualmente me decidí a entrar.
¿Cuántos cazadores vamos a ser este año a la codorniz? – Le pregunté al Presidente.
¡24 escopetas y ni una sola más! – Me respondió
Y 24 escopetas, para 3.000 hectáreas, me pareció un buen ratio…
Pero llegó la desveda, madrugué, pues tengo costumbre de disfrutar del amanecer con absoluta tranquilidad, salí con mis perros, cacé algo más de dos horas y media en la misma finca y cuando volví al coche para cambiar de zona, me llevó un buen rato encontrar un espacio libre de cazadores en el que volver a soltar los canes.
Y claro, empecé a dudar… ¿De verdad sólo somos 24?.
Al día siguiente repetí la misma operación, solo que esta vez me tomé el cambio de ubicación con más calma y aprovechando que prácticamente no conocía el cazadero, me hice un tour recorriéndolo casi en su totalidad.
A medida que avanzaba iba contando los cazadores que me iba encontrando y cuando terminé, había sumado 43… ¡43!
Y las cuentas salen muy fácil…
De las supuestas 24 escopetas que me habían garantizado, a las 43 que yo conté, la diferencia son 19.
Y ese excedente de 19 tarjetas, a razón de 400,00 € lereles cada una, pues arroja un saldo positivo de: ¡¡¡7.600,00 € eurazos!!!
Supongo que para algunos de estos timadores cinegéticos, cuando ese dinero entra por la puerta, la dignidad sale por la ventana.
La actualidad en ese mismo coto, pero con una gestión diferente
A día de hoy sigo cazando en ese mismo coto, no he cambiado, pero si lo han hecho los gestores y con ellos, también ha variado el paradigma por completo.
Donde antes éramos 24 y contabas 43, hoy seguimos siendo 24, pero solo cuentas 24.
¿Quiere decir esto que todas las temporadas son espectaculares?.
No, claro que no, mucho menos cuando se trata de migratorias y la gestión que podemos hacer para aumentar su densidad es mínima.
Pero en una temporada buena, como la del año pasado, disfrutas de lo lindo.
Y en una mala, no te sientes tan frustrado porque se reparten mejor las pocas que hay y siempre encuentras algún lance con el que recuperar la tensión.
Curiosamente, ese cambio de perspectiva lo protagonizan tres cualidades de las que carecen los timadores cinegéticos: Honestidad, seriedad y responsabilidad.
Y a través de ellas, no solo no te sientes engañado, sino que empiezas a ver cómo proliferan en el coto perdices o liebres, entre otras especies.
¿Cómo identificar a estos timadores cinegéticos?
Los timadores cinegéticos nos hacen revivir la más arraigada tradición de la picaresca española, simbolizada por el pícaro de la novela de Mateo Alemán, Guzmán de Alfarache, solo que en nuestro caso, el pícaro es ese gestor de cotos desprovisto de valores, que solo ambiciona lucrarse a través del esfuerzo económico de aquellos que perseguimos unos pocos lances con los que seguir disfrutando de nuestra afición.
Un pícaro que lejos de generar repudio, incluso disfruta de cierta admiración y respeto entre sus vasallos, principalmente, porque suele ser un tio listo, con cierta capacidad persuasiva, que se mueve bien entre «arenas movedizas» y que sabe saltar de mentira en mentira con el estilo suficiente para evitar que lo desenmascaren.
A menudo no gestiona una sola explotación cinegética, sino que dirige varias, pues negocios tan productivos como estos, bien merece la pena multiplicarlos y hacerlos crecer exponencialmente.
Pero casi nunca los verás por el coto, ni cazando, ni de paseo y la disculpa habitual es que lo están haciendo en otro cercano.
Y aunque parezca extraño, en ocasiones es fácil identificarlos porque ni siquiera son cazadores…
Ojo, no siempre la culpa debe recaer en el gestor del coto
Cabe decir que no siempre podemos culpar al presidente de la mala gestión del coto.
En muchas ocasiones hay factores externos o exigencias municipales que él mismo sufre y que, por extensión, se trasladan al cazador que abona su tarjeta.
Y en estos casos, supongo que no queda más remedio que ponerse en su piel y entender que está obligado a vender tarjetas, sino quiere amortizar de su bolsillo el descubierto que se genere.
No es que esta casuística nos sirva para escapar de nuestra frustración, ni nos permita recuperar la inversión económica, pero al menos, a ese abnegado gestor, no lo podremos etiquetar junto al resto de timadores cinegéticos.
Cómo elegir un coto de caza
A veces no es sencillo identificar a estos timadores cinegéticos a simple vista, pero si podemos prestar atención a ciertos aspectos que nos resulten útiles a la hora de resolver si ese nuevo cazadero que estamos valorando, puede ser verdaderamente interesante para nosotros.
Y en base a mi experiencia, me voy a permitir el lujo de poner en valor algunos humildes consejos que quizás te puedan ser beneficiosos.
Desde luego, se trata de parámetros en las que yo me fijo y que me suelen ayudar a la hora de inclinarme por una opción u otra.
Vamos con el primero…
Para elegir un nuevo coto de caza, lo primero es verlo
Seguramente es algo tan obvio que ni siquiera debería clasificarse como consejo, pero es que aún hay mucha gente que paga una tarjeta sin molestarse en conocer el entorno donde va a practicar su afición.
Nos encaja el precio, tenemos cierta distancia de casa al cazadero, nos puede la desidia y nos limitamos a pagar la tarjeta confiando en el maravilloso argumento que nos han transmitido por teléfono… ¡Error!
Error grave, salvo que tengamos algún amigo dentro que nos haya confirmado la veracidad de todas esas bondades que nos han contado.
Y aún así, cuando ves el acotado en vivo y en directo, resulta mucho más sencillo confirmar si efectivamente la zona reúne las condiciones para que una especie u otra tenga querencia, si dispone de recursos clave como el agua, incluso puedes verificar in situ si está bien cosechado o no, si cantan las codornices, ver algún bandito de esas perdices que después vas a cazar, si predomina el roble, la encina, el haya o bien los pinares están entresacados y no vas a ver una sorda ni en pintura…
Si no te quieren enseñar el coto, empieza a desconfiar
Cuando me decidí a cambiar mi coto de codorniz, no solo me fijé en el actual, sino que llamé a varias «puertas» más y me resultó curioso que en algunas de ellas me dieron libertad para ir yo mismo a ver el coto (Como si estuviese prohibido pasear por las pistas), pero se negaron a enseñármelo.
¿Dejadez, interés por ocultar algo?
Sin embargo, en mí opinión esto es crucial, por dos razones:
- En primer lugar, porque en el tiempo que discurre a lo largo de ese reconocimiento del cazadero, tienes opción de ir charlando con el gestor e identificar si se trata de un perfil serio y responsable o de otro de esos timadores cinegéticos de los que vengo hablando.
- Y segundo, claro, porque si es medianamente responsable, ese guía va a compartir contigo un conocimiento del entorno que te va a ser muy útil para las primeras jornadas.
Pero es que enseñarte el coto es su obligación, su responsabilidad y de ese modo debemos exigírselo.
Y por cierto, que lleve su propio coche, que hay mucho listo que por ahorrarse unos euros de gasoil, buscan la menor excusa para utilizar el tuyo.
En los mejores cotos de caza quedan pocas plazas libres
Los mejores cotos de caza son como las actrices jóvenes, guapas, prestigiosas y adineradas, difíciles de ligar porque están excesivamente solicitadas.
Normalmente, un buen acotado se nutre de un grupo de cazadores más o menos fijo y aunque puntualmente y por la razón que sea, alguno puede causar baja, la realidad es que son muy pocas las plazas que quedan libres cada año.
Y claro, esa posibilidad de acceso es respondida por múltiples interesados que conocen las virtudes del entorno y la buena gestión que se está realizando sobre él.
De modo que, cuando percibas esto en uno de los cotos que estés valorando, casi siempre será buen síntoma, pero tendrás que espabilar para entrar.
Desconfía del coto de caza que se anuncia cada año aquí y allá
Por extensión, desconfía por completo de todos aquellos cotos de caza que cada año se ven en la necesidad de anunciarse en distintas plataformas para llegar a cubrir el cupo de cazadores.
Claro que hay gente a la que le gusta cambiar, probar otras opciones e independientemente de cómo haya discurrido su experiencia, al año siguiente buscará un nuevo reto.
Pero la gran mayoría de nosotros, cuando alcanzamos un cazadero bien gestionado, en el que nos encontramos cómodos, lo último que nos planteamos es salir de allí, precisamente, por la complejidad de encontrar un tesoro de ese calibre.
De modo que, cuando año tras año veas en Milanuncios o en plataformas similares, aquello de: «Excelente coto de caza menor, en zona muy codornicera de Castilla y León…». «Maravilloso coto de codorniz, pocas escopetas, mucho trigo y agua, bastante becada, zorzal, perdiz y lo que haga falta…»
Huye, sal por piernas y no mires atrás, porque si la realidad fuese tan amable, no necesitaría buscar socios cada dos por tres.
Antes de elegir un coto de caza, pide referencias a otros compañeros
Lo ideal sería tener un amigo dentro que nos aclarase en primera persona lo que nos vamos a encontrar, de ese modo, simplificaríamos mucho la decisión y sabríamos a qué atenernos.
Pero no siempre existe esa posibilidad y sin embargo, contar con referencias es importante para depurar errores.
Y para eso están las redes sociales, como una herramienta de comunicación ágil en la que conectamos con muchos otros aficionados a la caza y que de paso nos permite, de forma sencilla, hacer una consulta y obtener la respuesta que esperamos.
Además, cuando nos hemos sentido engañados o estafados por uno de esos timadores cinegéticos, también somos más alegres a la hora de compartir y exponer nuestra experiencia, por lo que si el coto de caza no merece la pena, enseguida te vas a dar por enterado.
Utiliza aplicaciones para verificar el coto de caza
En todos los años que llevo cazando, solo ha habido un gestor que me entregase un documento con las características del coto (Límites, pueblos colindantes, pistas, caminos, ríos, afluentes, bebederos, etc).
Es decir, la mayoría de nosotros, cuando nos dicen «son 3.000 hectáreas», sencillamente nos lo creemos a pies juntillas, pues pocos o muy pocos nos molestamos en confirmarlo.
Pero volviendo a las cuentas de antes, no es lo mismo 24 cazadores en 3.000 hectáreas, que en 1.500 y además, por ahí nos la cuelan demasiadas veces.
Sin embargo, quedarse tranquilo y garantizar que no nos están mintiendo es tan sencillo como cogerse cualquier aplicación de Google y verificar las dimensiones que ocupa el acotado, sus límites, etc.
Hazlo y evitarás sustos.
Rodéate de buenos amigos y gestionad vuestro propio coto de caza
Mis sueño siempre ha sido rodearme de unos cuantos buenos amigos, gente afín a mi estilo de caza, personas de confianza con las que sé que no voy a tener ningún problema y gestionar nuestro propio coto.
En mí opinión es lo ideal, pues tienes la garantía de que vas a cazar a tu aire, cerca de otros compañeros con los que tienes una buena relación, sin engaños de por medio y sin sustos como los que he citado a lo largo del post.
Sin embargo, también tiene su parte negativa, pues gestionar una explotación cinegética no es pagar una tarjeta y salir a cazar, implica responsabilidades, problemas y rompederos de cabeza.
¿Pero acaso hay algo perfecto en esta vida?
Conclusiones
Como decía al inicio del post, más allá de la compleja situación que atraviesan algunas especies, muchas veces acusamos la falta de lances a la escasez de caza, cuando en realidad, nuestra frustración se debe a una mala gestión y a un exceso de escopetas alrededor, que ha supuesto un buen impulso económico para quien las dio paso.
Por desgracia, estas cosas ocurren con demasiada frecuencia y a menudo caemos en engaños de este tipo que nos cuestan dinero y lo más importante, nuestra ilusión por salir a cazar.
Al menos y si estás en la situación búsqueda, espero que estos humildes consejos para elegir un coto de caza, te sirvan para depurar tu elección.
¡Un abrazo y al monte!
Seguro que tienes mucho que aportar y estamos deseando escucharlo, así que te animo a que dejes un comentario en el formulario con tu opinión.
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Amante de la caza y la naturaleza, enamorado del setter inglés y sordero empedernido. Entre encinas, robles y hayas disfruto de cada instante que me ofrece el monte, alejándome cada vez más del lamentable postureo cinegético.
Muy interesante el artículo,pero por mi experiencia aún es peor el gestor que vende tarjetas a cualquiera con tal de hacer caja y seas los que seas en un coto,acabas harto y frustrado por culpa de 4 indeseables que solo van a lo suyo. La opción de gestionar un coto una serie de amigos la veo inviable porque cotos hay muchos,pero amigos no.tantos Al final no queda otra que caer en las manos o garras de quien tiene la caza y hacer lo que se pueda.