Después de unos días intensos a codornices, llegó la última jornada de la Media Veda y con ella, la despedida de nuestras aladas africanas hasta el próximo año.
Ese tono de despedida me ha acompañado a lo largo de todo el fin de semana, con cierto acorde de tristeza, pues aunque muy pronto nos volveremos a enfundar las botas y el chaleco para recibir la visita de la Dama, me queda esa sensación de vacío de cuando se acaba algo bueno.
Y es que para nosotros, esta Media Veda ha sido meritoria, pues realmente hemos disfrutado de cada una de las jornadas que hemos salido tras la codorniz.
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Última jornada de la Media Veda
Así pues, este tercer fin de semana de Septiembre despedíamos la Media Veda de codorniz en Tabanera de Valdavia, con la esperanza de volver a encontrar caza y disfrutar de algún que otro lance memorable.
Y por qué no, teniendo en cuenta las fechas, con la ilusión de toparnos con ese corrillo de codornices que tanto alegra la jornada a perros y cazadores.
Entre tanto, si que disfrutamos del espectáculo de varios bandos de perdigones, ya igualones, peonando por los caminos y alzando el vuelo detrás de su madre cuando les parecía que nuestra presencia se tornaba muy cercana.
Parece que este año la perdiz a criado muy bien, por lo que se anticipa excepcional para los perdiceros que guíen sus pasos por los montes de Tabanera…
Pero nosotros a lo nuestro, a buscar esas codornices con las que cerrar una temporada llena de buenos momentos y alguna tuvimos oportunidad de ver…
Sábado 15 de Septiembre
La última jornada de la Media Veda, o el último fin de semana, no es momento de especulaciones, por lo que no teníamos intención de variar la hoja de ruta que habíamos seguido en jornadas anteriores y que tan buenos resultados nos había deparado.
Asi que posicionamos el coche en uno de los páramos del coto, desde el que habíamos controlado la evolución de una pollada con 4 codornices, que esperábamos siguiesen ahí para darnos algo de juego.
Y no tardaron en confirmarnos su asistencia, pues unos minutos después de soltar a Zar y Darko, al menos dos de ellas, muy dispuestas a presentar batalla, obligaron a los perros a extraer lo mejor de si mismos para motivarlas a salir de su refugio entre la paja.
Preferimos cobrar una e iniciar la búsqueda de la segunda, pues últimamente, cada vez que me marco un doblete, o dejo caza en el campo o me paso 20 minutos rastreando la paja como un sabueso…
Esa segunda codorniz indultada no volvió a dar señales de vida o nosotros no fuimos capaces de captar sus constantes vitales, por lo que seguimos caminando en busca de nuevas oportunidades.
Nos tocó andar bastante y rastrear cada palmo de terreno de forma exhaustiva para llegar a ver al siguiente pájaro, una escurridiza codorniz que se fue larga nada más sentir nuestra presencia.
Menos codornices que en días anteriores
Nos estaba costando encontrar caza y supongo que al resto de compañeros igual, pues el ruido de sus escopetas era muy aislado y puntual, lo que nos confirmaba que la densidad de codornices había descendido en relación a las jornadas anteriores.
Algo lógico a estas alturas de temporada, pero que no impidió que mantuviésemos intacta nuestra ilusión, que buscásemos culminar nuevos lances y para ello decidimos probar suerte y cambiarnos al otro páramo.
Estaba vacío, por lo que aparcamos al principio del mismo para recorrerlo entero y de forma pausada.
Enseguida Darko detectó una emanación y se quedó en muestra.
Tampoco en esta ocasión el pájaro aguantó la postura del perro y éste además, salió corriendo como una exhalación, muy cerca de la codorniz, por lo que preferí no dispararla para evitar sustos.
Minutos después, casi al final del rastrojo de centeno que estábamos revisando, junto al regato de agua que cruza el páramo, Zar se volvió a quedar en muestra, tumbado sobre la paja, en una postura espectacular, casi logrando que se me saltaran las lágrimas.
Botaron dos codornices, de la cuales abatimos y pudimos cobrar una de ellas.
La otra, indultada en primera instancia, voló unos 200 metros para volver a refugiarse entre la cobertura vegetal del regato.
Coincidió su lugar de aterrizaje con la presencia de un pequeño arbusto que me sirvió para fijar su marca y encaminar nuestros pasos hacia allí.
Y lo que a simple vista parecía sencillo, levantar una codorniz a la que habíamos visto posarse, nos llevó más de 10 minutos resolver, con Zar y Darko casi desesperados y yo empezando a pensar que existían los fantasmas…
Así acabó esta mañana de sábado, con 6 codornices voladas, 3 en el morral y un merecido baño en el rio para los perros, que sin duda, se lo habían ganado a base de esfuerzo y talento.
Última jornada de la Media Veda: Domingo 16 de Septiembre
La casuística del sábado no fue muy distinta a la del domingo.
En esta última jornada de la Media Veda tenía claro que nos iba a costar mucho rascar algún lance, pues la codorniz ya era muy escasa, muy dura y las pocas que había, estaban muy esparcidas por el coto.
Teniendo en cuenta esto, volvimos a donde lo habíamos dejado el día anterior, al páramo.
En busca, quizás, de esa codorniz que se nos había escapado larga y que no había podido tirar.
En busca, claro, de alguna otra que se nos hubiese pasado por alto.
Y algo encontramos, suficiente para darnos juego y terminar la temporada de la mejor forma posible.
Tres codornices nos dieron algo de juego en la última jornada de la Media Veda
Si algo destaco de esta calurosa mañana de domingo, como de toda la temporada en general, es el excelso trabajo de Zar y Darko.
Constante y sin pausas, buscando el menor rastro que de paso a una emanación, levantando codornices cada vez más duras y escurridizas, guiándolas con inteligencia cuando éstas trataban de huir a peón, sacándolas del lombío a base de tesón y cabezonería…
Todo esto fue necesario para colgarnos las tres últimas codornices de la temporada, pues las tres presentaron una dura pelea antes de poder cobrarlas.
Puro espectáculo cinegético, carente en cantidad, pero inmenso en calidad.
Con ganas de más, pero… hasta el año que viene.
Se terminó la jornada a las 10:30h y, con ella, la temporada.
Como decía al principio del post, me quedo con ganas de más.
La caza de codorniz tiene algo que me engancha y además, es un placer ver trabajar a los perros con un pájaro que, no por pequeño, deja de ser complejo.
Al menos, me queda el recuerdo gráfico y textual de lo que han sido estos días y con él, esperaré ansioso a que llegue una nueva oportunidad, una nueva temporada, en la que volver a salir por tierras de Castilla para medirnos una y otra vez con las africanas.
Entre tanto, miraremos de reojo hacia el norte, pues el regreso de la Dama está al caer…
Buena caza!!!

Amante de la caza y la naturaleza, enamorado del setter inglés y sordero empedernido. Entre encinas, robles y hayas disfruto de cada instante que me ofrece el monte, alejándome cada vez más del lamentable postureo cinegético.